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Un abrazo no basta, podría decirte que todo va a estar bien y quizá me equivoque. Pero deseo con fuerza que estes bien ¿Qué más puedo hacer por ti? Sé de primera mano lo que es tener en tu perímetro a esta clase de gente, de mirada torva, musitando guturalmente improperios, convenciendote de que el malo eres tú y luego tejiendo trampas que te hacen sentirte arrinconado; Son como asaltantes de sentimientos, si no les das por la buena un sentimiento que quieren de ti, te perseguirán gastando sus energías y demás recursos en verte palidecer, hacer tu mente girones, para que luego ya débil vuelvas a ser manipulable. 

En su forma torcida de ejecutar, golpean la vida que habías venido tejiendo, algunas veces sus golpes son hilarantes y otras nos tumban en el suelo, sé que tú estás construyendo de a poco esta cosa llamada arte del vivir, vas pasando por una ristra de situaciones consecuentes, golpes de suerte, tragedias, días felices y otros no tanto. Haciéndote de historias que contar, de lecciones; queriendo exprimir las experiencias para que el jugo de la sabiduría que sale de estas, sane, prevenga o haga crecer. Por fortuna esta gente es solo una minúscula porción. 

En la vida, conocemos decenas de personas que van ocupando lugares que asignamos, desde amigos, amores y también ejemplos a seguir, gente que nos hizo morder el polvo enseñandonos cosas de una forma poco amable pero muy eficiente o aquellos que pasaron por nuestra vida en la tierna infancia influyendo a que hoy fuéramos quienes somos, por tanto la probabilidad de coincidir con los inefables es reducida, por fortuna hay mucha gente buena que quiere ser parte de la cacofonía humana que canta el canto de la persistencia. 

Así que una vez que logres deshacerte de, volverás a sentir el calor humano de cada persona que te aprecia, las manos estiradas ofreciendo ayuda, los detalles y atenciones y verás que la fuerza no pertenece a los solitarios. 

Luego están los momentos. Algunos en los que la vida fluye como un río que va generosa regando los arbustos aledaños, haciéndolos florecer, con el agua cantando canciones de calma y abundancia, algunos que parecen detener el tiempo, mostrando las nuevas formas que va adquiriendo la vida, algunos otros son insípidos, aburridos, cotidianos, otros son de calma, de calma como señal que las cosas fluyen o de la calma maldita que precede a una tragedia, y es entonces cuando toca hacer acopio de lecciones, amigos, recuerdos y decisiones, es momento de encontrar alivio y consuelo en las voces que han fungido de porra. 

El consuelo es importante cuando pasa un asunto que nos llega a desconcertar o que amenaza con hundirnos, pero también podría llegar a hacerse de forma irresponsable si no te gustan las matemáticas. Y no es que pretenda infravalorar, pero cuando este es vano puede incluso llegar a ser peligroso, es por eso que no pretendo usar estas letras para consolar, pero puedo hacer algo mejor. Pero puedo prestarte mis gafas de visión matemática, las que me ayudan cuando más lo necesito. 

En el mundo de los cuantos, uno observa una situación y la compara con situaciones similares, 1 y 0 se convierten entonces en el lenguaje preferido de quienes queremos leer el futuro con anticipo, las matemáticas son entonces la mejor pitonisa, van mostrando el tamaño real de las situaciones comparadas con otras similares, confrontan tus capacidades físicas, intelectuales, económicas y sociales con el problema, y luego lo comparan con el desenlace que ha tenido el mismo problema y un perfil similar al tuyo. 

Por tanto la búsqueda de la solución y a la postre su ejecución deben hacerse con arrojo, con precisión y con la destreza de un buen cirujano. Lo que por supuesto puede hacerse mejor y con tranquilidad, si se conoce la estadística y la probabilidad del asunto. Creo yo que saber ambas es mucho mejor que palabras de aliento, pues le dan a uno la posibilidad de ver la vida como un inmenso tablero de ajedrez. 

Hemos pasado por vicisitudes a lo largo del tiempo de existencia que tenemos y volveremos a pasarlas, somos criaturas que luchan contra los obstáculos del vivir, estamos a merced la estructura de la civilización, de las leyes, de decisiones de aquellos que interfieren en nuestro paso por la vida, de la abundancia o escasez de aquello que satisface nuestros deseos y necesidades y hasta del clima. 

Aquellas cosas que deseamos o necesitamos para tener el sentimiento de que “estamos bien” contiene en sí misma una larga lista de intervenciones de agentes externos, lo que suele dar una impresión de que la vida es cuestión de suerte, de azar o de los deseos de una deidad para contigo, pero si sabes de probabilidad y estadística, el agente externo se torna en un juego divertido, mover las piezas entonces se vuelve un deporte, vencer los obstáculos una victoria más para el salón de trofeos, y aquellos inefables, una lección viviente de lo que no debe hacerse. 

Volviendo a ti, entiendo tu tablero como el de un estratega diestro, que sabe los quienes y los cómos en el arte del vivir, que se sabe ver a sí mismo como pieza y jugador, con la férrea necesidad de influir positivamente en su esfera de influencia, con la resistencia de una secuoya, con la capacidad de buscar respuestas denodadamente y con la humildad necesaria para disfrutar del paisaje en un viaje en carretera. 

Entiendo las circunstancias como pasajeras, entiendo este problema como otro más que pronto estará vencido, con una lección grande detrás ¿Cuando me diras cual fue la lección?

English translation:

A hug isn’t enough. I could tell you everything will be okay, and maybe I’d be wrong. But I strongly wish for your wellbeing. What more can I do for you? I know firsthand what it’s like to have these kinds of people around — those with sinister looks, muttering guttural insults, convincing you that you’re the villain, and weaving traps that make you feel cornered. They are like thieves of emotions; if you don’t willingly give them the feeling they want from you, they’ll chase you, exhausting their energy and resources to see you pale, to tear your mind to shreds so that, once weakened, you become manipulable again.

In their twisted ways, they strike at the life you’ve been building. Sometimes their blows are laughable, and other times they knock us to the ground. I know you are slowly constructing this thing called the art of living. You’re navigating through a series of consequential events, strokes of luck, tragedies, happy days, and not-so-happy ones. You’re gathering stories to tell and lessons to share, squeezing every experience to extract the juice of wisdom — wisdom that heals, protects, or helps you grow. Fortunately, such people are only a tiny fraction of the whole.

In life, we meet dozens of people who take up roles we assign to them — friends, loves, and role models. Some teach us harsh lessons in unkind but effective ways, while others influence us during our tender childhood, shaping who we are today. Thus, the probability of crossing paths with these ineffable beings is slim. Thankfully, there are many good people who want to be part of the human cacophony, singing the song of persistence.

Once you manage to rid yourself of them, you’ll once again feel the warmth of those who care for you, outstretched hands offering help, thoughtful gestures, and attention. You’ll see that strength doesn’t belong to the solitary.

Then there are the moments — some moments, life flows like a river, generously nourishing the bushes along its banks, making them bloom, with the water singing songs of calm and abundance. Some moments seem to stop time, revealing the new shapes life takes. Others are dull, boring, or mundane. Some are calm — the calm that signals things are flowing — or the cursed calm before a tragedy. That’s when it’s time to draw on lessons, friends, memories, and decisions. It’s time to find relief and comfort in the voices that have cheered you on.

Comfort is essential when something unexpected or threatening happens, but it can also become irresponsible if you’re not a fan of mathematics. I don’t mean to undervalue comfort, but when it’s empty, it can even become dangerous. That’s why I won’t use these words to console you. I can do something better: I can lend you my mathematical glasses, the ones that help me when I need them most.

In the quantum world, one observes a situation and compares it with similar ones. 1s and 0s become the preferred language for those of us who want to predict the future. Mathematics becomes the best oracle, showing the real scale of situations compared to similar ones. It measures your physical, intellectual, economic, and social capabilities against the problem and compares them with the outcomes of similar problems faced by people like you.

Therefore, the search for a solution and its eventual execution must be bold, precise, and as skillful as that of a good surgeon. This, of course, can be done better and with more ease if one knows the statistics and probabilities of the matter. I believe that knowing those two things is far better than words of encouragement, because they allow you to see life as a giant chessboard.

We’ve faced challenges throughout our existence and will continue to do so. We are creatures battling the obstacles of life, subject to the structure of civilization, laws, the decisions of those who interfere with our lives, the abundance or scarcity of what satisfies our needs and desires, and even the weather.

The things we want or need in order to feel ‘okay’ involve a long list of external interventions, often giving the impression that life is a matter of luck, chance, or divine will. But if you understand probability and statistics, the external agent turns into a fun game. Moving the pieces becomes a sport, overcoming obstacles becomes another trophy for the hall of fame, and those ineffable individuals become a living lesson in what not to do.

Returning to you, I see your chessboard as that of a skilled strategist who knows the whos and the hows of the art of living — someone who sees themselves as both the piece and the player, with the unwavering need to positively influence their sphere, with the resilience of a sequoia, the drive to seek answers relentlessly, and the humility to enjoy the scenery during a road trip.

I understand the circumstances as temporary. I see this problem as another challenge that will soon be overcome, with a great lesson behind it. So, when will you tell me what that lesson was?

Sara Batalla nació en la ciudad de México en 1989, y sus primeras historias surgieron del insomnio que padecía. Después de estar cerca de la muerte y posteriormente ganar un concurso de novela, decide que quería dedicarse a escribir y vivir de ello.

Sara Batalla was born in Mexico City in 1989, and her first stories arose from the insomnia she suffered. After coming close to death and subsequently winning a novel contest, she decided that she wanted to dedicate herself to writing and make a living from it.

Este artículo es presentado por El Vuelo Informativo, una asociación entre Alcon Media, LLC y Tumbleweird, SPC.

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