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Lea las partes uno y dos: https://tumbleweird.org/author/julio
La enfermera Kalina entró por primera vez a su casa sintiendo pánico, mientras su antigua compañera elevaba sus manos temblorosas en el aire, tratando de hacer entender a sus agresores que no tenía nada que ver en su conflicto. Entonces Junkio dijo palabras incomprensibles, pero las señales con su mano y la pistola dejaban muy claro que quería que le entregaran las cartas que había traído desde aquella región de Manchuria.
Cuando Kalina estiró el brazo para entregarle las cartas, Nara se interpuso entre ellos para tomarlas, tratando de aminorar el temor en las mujeres. Mientras las revisaba, la compañera de Kalina suplicaba una y otra vez que no les hicieran daño. Cuando Nara terminó, le habló a su padre en japonés diciéndole que las cartas estaban completas, pero su respuesta, en tono agresivo, causó aún más temor en Kalina y su compañera.
Nara asintió con la cabeza y se dirigió a las mujeres pidiéndoles con amabilidad que no tuvieran miedo, pues no pretendían hacerles daño. Sin embargo, les advirtió que, si no cooperaban, su padre las mataría. Kalina inmediatamente pidió que dejaran ir a su compañera, ya que ella no tenía nada que ver con las cartas y ni siquiera había sido capaz de traducirlas.
Junkio lanzó un grito en japonés, por lo que Nara rápidamente explicó a las dos enfermeras que su padre no podía acceder a la solicitud de Kalina, ya que era precisamente a ella a quien necesitaba interrogar. Al escuchar esto, la mujer cedió al pánico y comenzó a respirar con dificultad y a sentir una presión en el pecho que la obligó a arrodillarse, lo cual preocupó a los presentes.
Kalina obedeció a sus impulsos de enfermera, pero Junkio la detuvo amenazándola una vez más con su pistola. Nara, sin embargo, hizo entrar en razón a su padre y lo convenció de que permitiera que recibiera ayuda. No obstante, su estado se volvía crítico, y Kalina pidió permiso para ir por un medicamento a su estudio; Junkio aceptó, pero solo si iba acompañada por Nara.
En el estudio, Kalina abrió un cajón y tomó un frasco. Al mismo tiempo, tomó la decisión más audaz de su vida: sacó la pistola de su padre para amenazar a Nara, quien tuvo que obedecer y caminar delante de ella para exigirle a Junkio que se fueran de su casa y se llevarán las cartas.
Mientras caminaban lentamente, Kalina le preguntó a Nara para qué querían las cartas restantes si ya habían recuperado una. Nara respondió que contenían información que podría perjudicar a su padre, pero Kalina no le creyó, pues la guerra ya había terminado. Nara se justificó diciendo que recuperar el resto de las cartas era sumamente importante para su padre.
Al regresar, la compañera de Kalina seguía en el suelo, así que le ordenó a Nara que le diera una pastilla del frasco. Junkio rápidamente identificó la amenaza sobre su hija y apuntó a la enfermera, quien también lo amenazó. Entre gritos incomprensibles para ambos, Nara intervino, suplicando a ambos que priorizaran la atención a la mujer que yacía en el suelo. Sin embargo, ni la enfermera ni el espía pretendían ceder, así que Nara desobedeció a su padre y se inclinó sobre la mujer para ayudarla a tomar el medicamento, lo que la ayudó a recuperarse.
Con un aire de calma renovado, Kalina aprovechó para decirle a Nara que le preguntaran a su compañera lo que querían saber y que luego tomaran las cartas de Manchuria y se fueran. Junkio aceptó, pero con la condición de que Kalina bajara el arma, a lo que ella se negó a menos que él hiciera lo mismo. Emulando el final de la guerra en el que pertenecían a lados opuestos, ambos combatientes cedieron.
Nara ayudó a la mujer mientras Junkio, en un tono menos agresivo, le hacía preguntas que su hija traducía. Conforme avanzaba el interrogatorio, la mirada de Junkio reflejaba cada vez más angustia, y constantemente miraba a su hija, notándose temeroso de escuchar la traducción de Nara.
Después de varios minutos, Kalina sintió el sudor corriendo entre sus dedos, evidenciando la inutilidad de su arma. Se apartó un momento para tomar un pañuelo y limpiarse; entonces, notó a un hombre familiar asomándose por la ventana e instintivamente levantó el arma. Esto no pasó desapercibido para Junkio, quien creyó que ella había aprovechado su distracción para traicionarlo y también sacó su pistola. Fue en ese momento cuando el sonido de cristales rotos y disparos aterrorizó a todos, especialmente a Nara, quien vio brotar la sangre del torso de su padre, que moría delante de ella a manos de los mismos soldados que esa mañana se habían negado a escuchar a Kalina y a su compañera.
Nara sujetó desconsolada el rostro de su padre, quien en su lecho de muerte le confesó que la verdadera razón para recuperar las cartas era que, al enterarse del embarazo de su madre, había huido cobardemente. Al estallar la guerra, fue consumido por el remordimiento, y la única forma de regresar a Manchuria para rescatarla fue convirtiéndose en espía y traicionando a su país, lo cual lo convirtió en un falso héroe, en un charlatán temeroso de que esas cartas lo llevaran ante la justicia y los separaran nuevamente, algo que la muerte finalmente terminó por hacer.
English translation:
Read parts one and two: https://tumbleweird.org/author/julio
Nurse Kalina entered her home, feeling panic as her former colleague raised her trembling hands in the air, trying to convey to her aggressors that she had nothing to do with their conflict. Then Junkio spoke incomprehensible words, but the gestures with his hand and the gun made it clear he wanted her to hand over the letters she had brought from the Manchurian region.
When Kalina extended her arm to give him the letters, Nara stepped in between them to take them, trying to ease the women’s fear. As Nana examined them, Kalina’s colleague repeatedly begged them not to hurt them. When Nara finished, she spoke to her father in Japanese, telling him that the letters were all there, but his aggressive response caused even more fear in Kalina and her colleague.
Nara nodded and spoke kindly to the women, asking them not to be afraid, saying they didn’t intend to harm them, but if they didn’t cooperate, her father would kill them. Kalina immediately asked them to let her colleague go, explaining that she had nothing to do with the letters and wasn’t even able to translate them.
Junkio shouted in Japanese, and Nara quickly explained to the two nurses that her father could not agree to Kalina’s request, as it was the colleague with whom he needed to speak. Upon hearing this, the woman panicked, began to breathe heavily, and felt a pressure in her chest that forced her to kneel, worrying those present.
Kalina, driven by her instincts as a nurse, moved to help, but Junkio stopped her, once again threatening her with his gun. Nara, however, reasoned with her father and persuaded him to allow her to receive help. As her condition worsened, Kalina asked permission to fetch medication from her study; Junkio agreed, but only if Nara accompanied her.
In the study, Kalina opened a drawer and took out a bottle. At the same time, she made the boldest decision of her life: she took her father’s gun out of the same drawer and used it to threaten Nara, who had to obey and walk ahead of her. Kalina planned to demand that Junkio leave her house and take the letters with him.
As they walked slowly, Kalina asked Nara why they wanted the rest of the letters if they had already recovered one. Nara replied that they contained information that could harm her father, but Kalina didn’t believe her since the war was already over. Nara justified herself, saying that retrieving the remaining letters was very important to her father.
When they returned to the front room, Kalina’s colleague was still on the floor, so she ordered Nara to give her one of the pills from the bottle. Junkio quickly identified the threat to his daughter and aimed his gun at the nurse, who threatened him back. Amid incomprehensible shouts, Nara intervened, begging both to prioritize helping the woman lying on the floor. However, neither the nurse nor the spy intended to give in, so Nara disobeyed her father and bent down to help the woman take the medication, which helped her recover.
With a renewed sense of calm, Kalina took the opportunity to tell Nara to ask her colleague what they wanted to know and then take the Manchurian letters and leave. Junkio agreed but only if she lowered her weapon, which Kalina refused unless he did the same. Emulating the end of a war where they had been on opposing sides, both combatants relented.
Nara helped the woman while Junkio, in a less aggressive tone, asked questions that his daughter translated. As the interrogation progressed, Junkio’s expression grew increasingly anguished, and he kept glancing at his daughter, visibly afraid of hearing Nara’s translation.
After several minutes, Kalina felt sweat running between her fingers, revealing the uselessness of her weapon. She stepped aside momentarily to take out a handkerchief and wipe it; then, she noticed a familiar man peeking in through the window and instinctively raised the gun again. Junkio, thinking she had taken advantage of his distraction to betray him, drew his weapon. It was at that moment that the sound of shattering glass and gunfire terrified everyone, especially Nara, who saw her father’s blood pouring from his torso as he died before her, killed by the same soldiers who had refused to listen to Kalina and her colleague that morning.
Nara held her father’s face, devastated, as he confessed to her on his deathbed that the real reason for retrieving the letters was that, upon learning of her mother’s pregnancy, he had fled like a coward. When the war broke out, he was consumed by guilt, and the only way to return to Manchuria to rescue her was to become a spy and betray his country, which had made him a false hero, a fraud, fearful of those letters bringing him to justice and separating them again, something death ultimately accomplished.
Julio Balderas es el autor de La Herencia de los Señores de San Roque y Sangre de Chacales. Él es un escritor siempre en busca de la siguiente historia.
Julio Balderas is the author of Inheritance of the Lords of San Roque and Blood of Jackals. He is a writer always looking for the next story.
Este artículo es presentado por El Vuelo Informativo, una asociación entre Alcon Media, LLC y Tumbleweird, SPC.
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