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Aun recuerdo mis ojos llorando de temor diluido en coraje, la mecha se encendía, y mi instinto de sobrevivencia me hacía imaginar el futuro: a los oficiales de la fiscalía tocando a mi puerta, mi tío abriendola y gritando mi nombre, (“Uli, te busca la jura!”) a mi abuela comentando sobre aquel grupo de vándalos quemando los autobuses, rompiendo con martillo las banquetas minando proyectiles que estarian en un instante en el escudo del cuerpo de granaderos, de los cuerpos tirados de gente tuerta por las tuercas amarradas con cinta adhesiva en las bolas de hule que se dispararon para dispersar a la multitud, los inconscientes, los descalabros, los de las torretas de agua mojando la sangre, arrojando los cuerpos de los más delgados como si de un juego se tratase, de las balas de pintura golpeando nuestras partes nobles, los gritos, las mentadas de madre, los macanazos duros que con la adrenalina no dolían sino hasta después de quinto o del sexto.
“Un grupo de delincuentes agredieron a los cuerpos de justicia del estado de méxico…” los noticieros todos tenían las mismas grabaciones, las mismas discusiones, usaban todos los comentaristas las mismas palabras, por que ya sabemos que estan todos entrenados con la misma bara, son todos perros, distintas razas, distintas correas un mismo dueño, en un canal nos llamaban animales sin educación, en otro hacían un llamado a las autoridades a usar balas de verdad y acabar con esto de una vez por todas, había quien defiende nuestro derecho a la protesta pero también quien se le oponia por que la protesta debe ser pacífica y no violenta, que somos la escoria de la sociedad, pobres oficiales tiene familia y nosotros los peleábamos con piedras, palos y cócteles molotov.
La mecha se encendia, las noticias se apagaban, lanzaba la botella empapando mi hombro de gasolina magna que horas antes habiamos tomado prestada de una gasolinera en avenida circunvalacion, el aroma a mierda, a quemazon, el calor de la adrenalina de ver la torreta arder, por un segundo todo se enmudecio, no existia sonido alrededor todo se detuvo, solo el fuego seguia con vida, se movia como queriendo llegar al cielo para observar todo lo que ardia, no podia moverme, mi cuerpo estaba tan rigido como si un rigor mortis momentaneo me atrapara con sus garras, salio un granadero de la torreta y yo se que detras de su casco me observo y se dirigia directamente a mi ser inmobil, venia a romper como un melon mi cabeza, ese mismo reflejo me devolvio a la escena real, el mundo de estudiantes y maestros que se encontraban alrededor mio huyendo, golpeando, sangrando, saltando, gritando ( Hijos de su puta madre que no se dan cuenta que estan golpeando a sus hijos, a sus hermanos a sus vecinos, pinche Ramirez puto, te di clases en la primaria) siento que el oficial Ramirez le golpeo con mas odio, una venganza de algun regaño de la niñez tal vez eramos un mar de hormigas rojas contra un mar de homrigas negras.
“La única manera en que un hombre pueda sentirse libre es domando el temor de luchar por esa libertad aunque de resultado le de siempre la muerte.” —ulises navarro
Después de esa semana tan violenta, donde la gente era sino un choque de masas contra lo establecido, donde la única meta era combatir la represión hacia los maestros que luchaban por tener su pago atrasado y más respeto de las instituciones y los estudiantes que buscaban la permanencia de la educación gratuita y laica en la constitución, todo cambio en nuestro ecosistema social, algunos liberados la mañan siguiente hablamos, pero otros... golpeados, otros peces más gordos como los líderes de las facultades de política, magisterios y filosofía, no fueron liberados, fueron golpeados hasta morir, torturados e incluso desaparecidos.
Algunos otros estudiantes encontrados en camiones junto con otros cuerpos disque por que andaban en malos pasos, y asi: los carpetazos, las investigaciones clausuradas, los amparos para no ser encarcelados, los narco-policias que fueron mandados a otros estados de la republica, los que emigraron a estados unidos, los que renunciaron y los que deplano fueron heroes de la nacion, se les galardono con medallas al servicio en television nacional, el discurso del presidente Peña Nieto que nos llamo una celula de delincuentes juveniles, que estabamos siendo financiados por rectores y partidos politicos opositores, no pudo faltar la cereza en este pastel de mierda politca de nuestro pais, al estilo poncio pilatos el lavadero de manos que hizo famoso el hijo de perra de Felipe Borracho Calderon ex presidente de Mexico e invitado de honor por Harvard University, presidente militante del PAN que nos inundo en una violencia sin limites, descuertizados en las calles como si lloviera guerra, de su pinche lider judical Genaro Garcia Luna que su pasatiempo favorito era violar menores, matar estudiantes y periodistas, y que gracias que el muy idiota penso que podia robarle al tio Sam ahora se encuetra en una carcel de maxima seguridad en Nueva York, esa semana siguiente fue impresionante, cuatro partidos de fútbol donde la selección mexicana jugaba contra estados unidos, argentina, colombia y panamá, le typique pan y circo para el pueblo, en cuestión de cuatro partidos que duraron 90 minutos lograron cada uno aportar al olvido en la protesta por la desaparición de la reforma educativa, la reforma energética, el impuesto a la gasolina y la propiedad, se olvidó incluso a los delincuentes estudiantiles.
Tenia solo 19 años, y con esta experiencia logre comprender y escirbir sobre mi cansancio, en ese tiempo solo era un joven inexperto que buscaba luchar cuerpo a cuerpo y tal vez como lo dijo algun loco por ahi, morir con un proposito digno, con el honor de servir a mi patria, claro que luchar contra oficiales de policia, vaciar autobuces, pedir prestada gasolina o parar a algun oxxo o tienda de abarrotes por tortas y referescos no era precisamente servir al pais, lo fue defender su constitucion,siento que Mexico y Latinoamerica tiene algo muy primoridal para generar cambio y es ese hervor en la sangre el cual nos lleva a luchar,a revolucionarnos, a reunirnos a dialogar, a crear, a profundizar a saber y enteder los principios de libertad y de justicia que hacen de nuestra patria humana y generosa y a la cual entregamos nuestra existencia, esta ultima frase la saque de el himno honorario a nuestra bandera, un hechizo que se nos inculco hasta creerlo hasta llegar a pensar que como lo dice nuestro himno un soldado en cada hijo te dio, este parrafo que nos ayuda a desaparecer por completo el temor a luchar y sangrar por nuestra libertad y la de nuestra gente.
Hoy a mis 31 años, sufro nuevamente de ese cansancio, de esa decepción y nuevamente está dentro de mí este fuego que se encendió con mi primer mecha en protesta, el fuego que me hace ser determinado e incansable, pero junto con el caen las responsabilidades de no poder actuar como quiciera o como pienso debería, el ser ahora un rebelde de cuello blanco que usa los recursos creando espacios y plataformas así como herramientas para encender las radios en lugar de las mechas, las letras en lugar de puños, las acciones coherentes en lugar de las pancartas.
Si bien mi sed de justicia nació en aquellos campos de manzana hace ya un par de años y en estos tiempo encuentro que entre mas quiero ayudar a un trabajador campesino el problema escala a niveles que me ya no me sorprende, debo aceptar que debo seguir jugando a este ajedrez de sangre que me ebullece a cada decepción, es por eso que comenzare a exponer con hechos informacion del cancer local de mi comunidad de una manera que nuestra comunidad merece conocer, es por es que ahora que Alcon Media es una plataforma de confianza, usaremos ese poder al mero estilo de la nova trova y que la mero estilo de nuestro tío Ben (Benito Juárez) tomaremos acción y responsabilidad de este poder acercándonos al avispero para llegar al fondo de cada cosa.
¡Suena bien, cierto! , emocionante, porque las puertas que nos cerraron el pueblo las abrirán.
English translation
I still remember my eyes crying from fear mixed with courage. The fuse was lit, and my survival instinct made me imagine the future: the prosecutors knocking on my door, my uncle opening it and shouting my name (”Uli, the cops are looking for you!”), my grandmother commenting on that group of vandals burning buses, breaking the sidewalks with hammers, turning them into projectiles that would soon hit the riot police shields. The bodies of people blinded by the nuts tied with adhesive tape to rubber balls fired to disperse the crowd, the unconscious, the injured, the water cannon towers diluting the blood, throwing the bodies of the thinner ones as if it were a game, the paintball bullets hitting our privates, the screams, the curses, the hard blows that didn’t hurt until after the fifth or sixth hit.
”A group of criminals attacked the state justice forces of Mexico…” All the news outlets had the same recordings, the same discussions, all the commentators used the same words because we already know they are all trained with the same stick; they are all dogs, different breeds, different leashes, same owner. On one channel they called us uneducated animals, on another, they called on the authorities to use real bullets and end this once and for all. There were those who defended our right to protest but also those who opposed it because protests should be peaceful and non-violent; this latter group said we were the scum of society for hitting “poor officers who have families” with stones, sticks, and Molotov cocktails.
The fuse was lit, the news went off. I threw the bottle, drenching my shoulder in Magna gasoline that we had borrowed hours before from a gas station on Avenida Circunvalación. The smell of shit, of burning, the heat of adrenaline at seeing the water cannon burn — for a second, everything went silent. There was no sound around, everything stopped; only the fire remained alive, moving as if it wanted to reach the sky to see everything burning.
I couldn’t move. My body was as rigid as if a momentary rigor mortis had trapped me in its claws. A riot officer emerged from the water cannon and I know that behind his helmet he saw me and was coming directly at me to smash my head like a melon. That same reflection brought me back to the real scene, the world of students and teachers around me fleeing, hitting, bleeding, jumping, screaming. ”Sons of bitches, don’t you realize you are hitting your children, your brothers, your neighbors?” I heard a teacher yell. “Fucking Ramirez, I taught you in elementary school!”) It seemed that officer Ramirez hit him harder, a revenge from some childhood scolding, perhaps. We were a sea of red ants against a sea of black ants.
“The only way a man can feel free is by taming the fear of fighting for that freedom, even if it always results in death.” —ulises navarro
After that violent week, where the people were a clash of masses against the establishment — where the goal was to combat the repression against the teachers fighting for their overdue pay and more respect from the institutions and the students who sought the permanence of free and secular education in the constitution — everything changed in our social ecosystem. Some of us were released the next morning and talked, but others were beaten. Other big fish, like political leaders, teachers, and philosophers, were not released at all; they were beaten to death, tortured, and even disappeared.
The bodies of some students were found in trucks along with other bodies, supposedly because they were in the wrong. The expected things ensued: the cover-ups, the closed investigations, the injunctions to avoid imprisonment, the police involved being sent to other states in the republic. A few resigned, but others (who were plainly ‘national heroes’) were awarded medals for their service on national television. President Peña Nieto’s speech called us a cell of juvenile delinquents, financed by rectors and opposing political parties.
The icing on this cake of political shit in our country, in the style of Pontius Pilate, is the hand-washing made famous by that son of a bitch Felipe Drunk Calderon, former president of Mexico and guest of honor by Harvard University, PAN president who flooded us with limitless violence, dismembered bodies in the streets as if it were raining war, his judicial leader Genaro Garcia Luna whose favorite pastime was raping minors, killing students and journalists, and who now, thinking he could rob Uncle Sam, is in a maximum-security prison in New York.
The following week was impressive, four football matches where the Mexican team played against the United States, Argentina, Colombia, and Panama — the typical bread and circuses for the people. In the span of four 90-minute matches, each one contributed to the oblivion of the protest against the disappearance of the educational reform, the energy reform, the gasoline and property tax… even the student criminals were forgotten.
I was only 19 years old, and with this experience, I did my best to understand and write about my exhaustion. At that time, I was just an inexperienced young man seeking to fight hand-to-hand and perhaps, as some madman said, die with a worthy purpose, with the honor of serving my country. Of course, fighting against police officers, emptying buses, borrowing gasoline, (and occasionally stopping at an Oxxo or grocery store for tortas and sodas) wasn’t exactly serving the country, but it was defending its constitution.
I feel that Mexico and Latin America have something very primordial for generating change; and it is that boiling blood that drives us to fight, to revolutionize, to gather, to dialogue, to create, to deepen our understanding of the principles of freedom and justice that make our homeland human and generous, to which we dedicate our existence. This last phrase I took from the honorary anthem to our flag, a spell ingrained in us until we believed it, thinking that, as our anthem says, ‘every son gave you a soldier.’ These words help us completely erase the fear of fighting and bleeding for our freedom and that of our people.
Today, at 31 years old, I suffer again from that exhaustion, that disappointment. And again, that fuse that was ignited with my first protest is lit within me, the fire that makes me determined and tireless. But along with it come the responsibilities of not being able to act as I would like, or as I think I should. Now a white-collar rebel, using resources to create spaces and platforms, tools to ignite radios instead of light fuses, letters instead of fists, coherent actions instead of banners.
While my thirst for justice was born in those apple fields a few years ago, today I find that the more I want to help a farmworker, the more the problem escalates (although I am no longer surprised to what level). I must accept that I have to continue playing this chess game of blood that boils within me with every disappointment. That is why I have begun to expose facts about the local cancer of my community, in a way that our people deserve to know. Now that Alcon Media is a trusted platform, we will use that power in the style of Nueva Trova, and in the style of our Uncle Ben (Benito Juarez), we will take action and responsibility for this power, getting close to the hornet’s nest to get to the bottom of everything.
Sounds good, right? Exciting. Because the doors that have been closed to us, the people will open.
Ulises Navarro es el director de operaciones de Alcon Media, LLC, donde combina su pasión por las operaciones de los medios con su dedicación a la justicia social, el folklore y el periodismo independiente. También es el presidente de klaindastino kors. Originario de Guadalajara, México, es un filósofo y escritor autodidacta que emigró a los Estados Unidos a la edad de 21 años, trabajando inicialmente como agricultor en los campos de Washington y Oregón. Fue allí donde nació su deseo de lucha social por los derechos de los migrantes. Ulises recibió el premio BFT del Salón de la Fama del Transporte Público por su informe “Sobre la inclusión en el transporte público”. Ahora trabaja en muchos proyectos informativos y educativos, incluido El Centro de la Dignidad.
Ulises Navarro is the Chief Operating Officer of Alcon Media, LLC, where he combines his passion for media operations with his dedication to social justice, folklore, and independent journalism. He is also the president of klaindastino kors. Originally from Guadalajara, Mexico, he is a self-taught philosopher and writer who migrated to the United States at the age of 21, working initially as a farmer in the fields of Washington and Oregon. It was there where his desire for social struggle for the rights of migrants was born. Ulysses received the BFT Public Transportation Hall of Fame Award for his reporting “On Inclusion in Public Transportation”. He now works on many informational and educational projects, including El Centro de la Dignidad.
Este artículo es presentado por El Vuelo Informativo, una asociación entre Alcon Media, LLC y Tumbleweird, SPC.
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