Desde que comencé con la escritura de supuesto contenido social-cultural, mi mente se ha sumergido en un parasitó de información de todo tipo, desde los libros de periodismo, las cátedras en YouTube sobre antropología e historia y política, noticieros, información de geopolítica actual segundo por segundo, filosofía, etc.

Me a dado una clase de crisis o sobredosis de pensamiento — la mente que juega la parte mas importante de la información, ya que es esta la que se alimenta y a consecuencia actúa concorde al instinto de supervivencia, aunque debo ser realista. No hay noticia o libro que nos salve de un final inminente, ya que los genios y superdotados en realidad no controlan al mundo; si no que todo lo contrario, esta crisis aumento día con día, mi cerebro de cierta manera se bloqueo a consecuencia de la basta reflexión que le atribuía a un solo tema. Para ser exactos me sentía divido en más de uno volviendo los conflictos personales en una sórdida imagen en blanco.

Estaba inmerso — desde la economía emergente en la era digital, las relaciones exteriores de Venezuela, México o Vietnam, el circo provocador de Estados Unidos buscando la 'causa probable' para iniciar una inversión bélica que los saques de las dificultades sancionadoras, de una reforma patriótica que pone en una situación frágil la seguridad interior, del cliché de las bombas nucleares, etc.

Toda esta información continua — la relación de mi experiencia personal en las comunidades, de ver las divisiones absurdas que se han llegado a concebir, de los efectos que desmoronan la moralidad, el civismo, y la buena causa, la falta de un temor congruente, nuestro nuevo concepto de seguridad y subsistencia — estos y mas detalles me llevaron encerrarme por meses en un estado de búsqueda personal. Pero esta vez mas que espiritual, mas que sentirme perdido en algún sentimentalismo o circunstancia de vida, me sentía abrumado de todo lo que deseaba — lo que creía saber, lo que ignoraba, y como todo esto logro anular todo criterio y perspicacia en mi yo interior y por ende exterior. Interino y social.

El criterio existe. Se utiliza para no comprar la carne barata en el supermercado que esta a dos días de caducar a pesar del enorme letrero chillante de ‘oferta’. Se utiliza para no acelerar el auto hacia el precipicio de aquel estacionamiento a orilla de una montaña. El criterio es lo que te dice si algo suena creíble o no, si suena justo o injusto, si es posible o imposible. Creo que este recurso proviene de el libre albedrío, que esta en conexión con la parte humana natural y mental al mismo tiempo; de ahí, la noción filosófica de cuestionar absolutamente todo. Para volver yo a este concepto nuevamente después de la perdida de razón, fue necesario desinstalarme, limitar mi tiempo habitable en la red. Comencé a releer lo básico que se me enseño desde la escuela primaria: leí cuentos como El Principito, ver películas, observar pinturas, escuchar música sin letra solo melodías. Comencé a recordar lo que sonaba apacible, lo que me llevara a algún recuerdo... de ahí la frase, mi frase preferida:

“Volver a los lugares donde uno fue feliz.”

Es una descripción de lo amorfa que puede ser la felicidad — volver atrás, guardar memorias, amor y sabiduría para el enriquecimiento personal — un lugar que solo nos pertenece a nosotros y a nadie mas, como lo explica el Señor Vonnegut en su avatar de cuerpos Tralfamadorianos. Estamos en todas y cada una de nuestras vivencias, y hasta en nuestro futuro en una clase de secuencia dimensional.

Fui, o volví.

Estaba en esa cancha de básquetbol cuarteada por el paso de los años. Una sombra daba a mi cara y los niños pateaban un balón. Ese balón golpeo en el poste y la multitud tras de mi hacia ruido como monos aullando de dolor. La adrenalina me hizo sonreír, y volví de nuevo a esa escuela vieja donde recibía la paliza de mi vida.

Se atravesó un recuerdo no grato: un anuncio de cerveza me necesitaba en su comercial; hace días que no había durmió. Dejo ir la ocasión. Vuelvo nuevamente a meditar.

El criterio es una herramienta al igual que el ego. Deben ser sustancias ecuánimes que vayan de la mano con todas las demás virtudes y debilidades. El abuso o la confianza puede lograr lo que se conoce como un desequilibrio, la fuerza, la vibra, el interior — como se quiera llamar. Nuestra mente mantiene un funcionamiento químico que nos ayuda con estas energías, con la absorción de todo tipo de nutrientes, entonces el criterio nos filtra la información innecesaria y la desecha en forma de que nuestro cuerpo actúe — con la voz, con las manos, con lo que creamos de la inspiración, del duelo, de la euforia. Estas tres palabras juntas me forman, y siento que a muchos de nosotros se nos ha vuelto una manera de ver lo en verdad somos, controlar no los conceptos si no el cuerpo entero.

Pienso luego existo. Guerra para la paz, un ajedrez, las manos, los pies, el ruido de la sirena al final de la avenida, el gato que quiere entrar, la repisa que esta sucia, un vaso lleno de agua burbujeante — la distracción es uno de nuestros enemigos. Nos hemos vuelto tan fáciles de complacer, que no es necesario preocuparnos; incluso en la meditación fluimos con el menor de los ruidos arrinconados. Estamos aturdidos todo el día. Los autos, los aviones, la tetera, la TV, el modulador viejo de algún viejo, el teléfono que nos requiere mas atención que la vida misma — todo entra en nuestro día-a-día. Vamos acostumbrados a que nuestros sentidos auditivos marchen sin la falta de el silencio. Ambulancias, altavoces, el claxon, algún enojado o gritón entre las calles — habitar por un minuto el silencio nos causa pánico. Buscamos que caiga un alfiler, recorremos los vuelos de las moscas, hasta la manera crispante en que se consume un incienso. Entonces cómo saber qué es la mente y el cuerpo, cómo saber dónde esta esa separación, si entre nuestros pensamientos no sabemos cruzar a la nada, al vacío dónde habitan las oportunidades de crear y conectar.

Nosotros envolvernos de esta información mediática, desechable, darles la tarea a ellos (los medios de comunicación e información) de pensar por nosotros, de discernir por nosotros, a vivir de nuestro aturdimiento mientras nos devoramos los unos a otros en las plataformas sociales, nos pisotearnos la dignidad.

Ahora el humano no requiere de lideres fuertes para sobrevivir en masa, solo quien sea puede liderar un rebaño acostumbrado a no cruzar la cerca.

La guerra jamás trajo paz; trajo muerte. La evolución no es revolución. La verdadera evolución revolucionaria las han hecho humanos de paz, que fueron golpeados por la espalda y de frente sin temor — humanos creativos, que dialogaban en las escuelas y templos, que inventaban en sus laboratorios, que escribían y vivían de la palabra, la pintura, la música y el folclore — que se adentraron entre las cúpulas mediante sus talentos y cambiaron alguna pequeña parte de lo establecido.

Tener consciencia de muchos temas vuelve todo un poco mas complicado, pero vale la pena entender que ser un humano único y especial es inevitable, que para ser funcional es necesario disfrutar mas hasta de lo negativo o inexplicable. El criterio me sirvió para despertarme aquella semana de recuerdos, salir de la cama, preparar café y salir a intentar todo de nuevo. Si seguimos cumpliendo las profecías de Nietzsche, seremos entonces al igual que las vacas de corral una especie totalmente dominada y arrasada por los caprichos de los gobernantes. Suena extremista, pero debo decir que soy un amante de la paz y de Bradbury.

Los invito al silencio, a la paz de apagar todo por media hora. Apaguen su necesidad de entretenimiento junto con el teléfono y el televisor. Tomen una siesta, lean lo que jamás se atreverían a leer, mediten sobre el día de ayer, y aprendamos más de nosotros mismo.

Aprender.

Aprehenderé: Hacia — antes.  Atrapar — agarrar.


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