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Brasil siempre ocupará un lugar muy especial en mi corazón porque es la tierra a la que llamé mi casa durante el periodo que hice trabajo voluntario antes de comenzar mis estudios. Me permitió conocer personas increíbles y algunas de sus ciudades: desde los condominios más afluentes de São Paulo hasta las favelas más azotadas por la pobreza en el interior de los estados. Como la mayoría de Latinoamérica, es una tierra de grandes contrastes, donde un centro comercial de lujo puede colindar con un barrio sumamente vulnerable. Es una mezcla impresionante de culturas con ascendencias africanas y europeas, un territorio extenso y culturalmente diverso. “Gigante pela própria natureza” como recita su himno nacional, es la “excepción” en Sudamérica, empezando por su idioma, el cual hablan de una manera tersa y “cantada”. ¿Y qué produce este caldo de culturas tropicales, hogar de 215 millones de personas, además de supermodelos de portada y cinco campeonatos de fútbol mundial? Gran música… y eso es de lo que les vengo a hablar.
Brasil es hogar de varios géneros musicales, posiblemente el más notorio a nivel internacional es la Samba, la cual tiene varios siglos de existencia. Es de origen carioca (del estado de Río de Janeiro), siendo una mezcla de ritmos africanos y europeos, y es reconocida por estar atada al Carnaval. Aunque hoy es un género respetado, a inicios del 1900 se le consideraba perseguido y condenado por la ley. Algunos representantes tradicionales son artistas como Cartola y Martinho da Vila. La samba ha derivado en subgéneros con sus propias características como el Samba-Rock y Samba Reggae. Las escuelas de samba que enseñan el baile y compiten año con año le han dado prestigio internacional. Hoy en día, el Carnaval no puede ser imaginado sin samba y Brasil no puede ser imaginado sin el Carnaval.
Hablemos del Axé, originado en Salvador de Bahía. Lo caracterizan influencias caribeñas, africanas y brasileñas. Sus raíces están ligadas al merengue, la salsa y el reggae. Permaneció como un género instrumental por muchas décadas, hasta los años 70 cuando Moraes Moreira lanzó su carrera solista. En los años 90, el género tuvo su ‘breakthrough’ entrando en la cultura pop, y ahora sus mayores representantes son Ivete Sangalo y Claudia Leitte, quienes gozan de fama internacional.
Probablemente mi género favorito por su elegancia y complejidad musical es la Bossa Nova. Su más clara influencia es el Jazz, y es sinónimo de relajación. Alcanzó su pico de popularidad en los años 50 y 60. Una de las características que hace este género tan peculiar son sus ritmos ‘sincopados’ que alteran el flujo del ritmo regular, poniendo notas en compases musicales que el oído no espera, manteniendo el interés del oyente (y haciéndolo complicado de interpretar a partir de una notación musical). La interpretación de bossa nova está llena de matices y sentimiento que el intérprete imprime en cada versión. En ocasiones, recuerda a la música ‘crooner’ americana y también suele incorporar voces femeninas muy dulces. Basta poner la palabra ‘Bossa Nova’ en cualquier buscador para escuchar miles de referencias.
Otro género que forma parte frecuente de mis playlists es el MPB, acrónimo de Música Popular Brasileira, la cual nace de la segunda ola de popularidad del bossa nova en los 60 e incorpora un estilo ‘folk’ que suele tener guitarras acústicas y en ocasiones letras con contenido social. Es un género muy amplio y difícil de encapsular en una definición ya que cada artista imprime su propio ‘sello’ en sus interpretaciones, en ocasiones generando lo que pareciera ser su propio subgénero. Se caracteriza por su complejidad armónica y lírica, siendo sus letras una forma de poesía. Se dice que es una música para disfrutar como buen arte, más que para bailar como muchos de los géneros mencionados.
Hay muchos otros géneros que recomiendo al lector explorar, como el Frevo, Choro, Sertanejo, Tropicalia, Lambada y Forro, cada uno cuenta con sus particularidades e historia. Como pueden ver, la música brasileña es un reflejo de su rica variedad cultural e histórica. Los invito a salir de su zona de confort musical y a exponerse a esta música. Nunca sabes lo que puedes aprender: en mi caso fue un nuevo idioma, una perspectiva diferente de ver la vida y ‘saudades’ de una época que recuerdo con mucho aprecio.
English translation:
Brazil will always hold a very special place in my heart because it is the land I called home during the period I did volunteer work before starting my studies. It allowed me to meet incredible people and visit some of its cities: from the most affluent condominiums in São Paulo to the favelas most stricken by poverty in the interior of the states. Like most of Latin America, it is a land of great contrasts, where a luxury shopping mall can border a very vulnerable neighborhood. It is an impressive mix of cultures with African and European ancestries, an extensive and culturally diverse territory.
“Gigante pela própria natureza” (which translates to “Giant by nature”) as its national anthem recites, Brazil is unique in South America, starting with its language, which is spoken in a smooth, ‘sing-song’ manner. And what does this tropical cultural melting pot, home to 215 million people, produce besides cover supermodels and five World Cup championships? Great music… and that’s what I’m here to talk about.
Brazil is home to various musical genres, possibly the most internationally known being samba, which has existed for several centuries. Originating in Río de Janeiro, it is a mix of African and European rhythms, and is recognized for being tied to Carnival. Although it is a respected genre today, in the early 1900s, it was persecuted and condemned by law. Some traditional representatives are artists like Cartola and Martinho da Vila, but Samba has now branched into subgenres with their own characteristics, such as Samba Rock and Samba Reggae. Samba schools that teach the dance and compete year after year have given it international prestige. Today, Carnival cannot be imagined without samba, and Brazil cannot be imagined without Carnival.
Another characteristic Brazilian genre is axé, originating in Salvador de Bahia. It features Caribbean, African, and Brazilian influences. Its roots are linked to merengue, salsa, and reggae. It remained an instrumental genre for many decades until the ‘70s when Moraes Moreira launched his solo career. In the ‘90s, the genre had its breakthrough into pop culture, and now its main representatives are Ivete Sangalo and Claudia Leitte, who enjoy international fame.
Probably my favorite genre, for its elegance and musical complexity, is bossa nova. Its most obvious influence is jazz, and it is synonymous with relaxation. It reached its peak of popularity in the ‘50s and ‘60s. One of the characteristics that make this genre so peculiar is its ‘syncopated’ rhythms that alter the regular rhythm flow, placing notes in musical beats that the ear does not expect, keeping the listener’s interest (and making it complicated to interpret from musical notation). The interpretation of bossa nova is full of nuances and feelings that the performer imprints in each version. Sometimes, it reminds me of American ‘crooner’ music and often incorporates very sweet female voices. Just type ‘bossa nova’ into any search engine to hear thousands of references.
Another genre that frequently features in my playlists is MPB, an acronym for música popular brasileira, which was born from the second wave of bossa nova popularity in the ‘60s and incorporates a ‘folk’ style that usually has acoustic guitars, and sometimes lyrics with social content. It is a very broad genre and difficult to encapsulate in a single definition since each artist puts their own ‘stamp’ on their interpretations, sometimes generating what seems to be their own subgenre. It is characterized by its harmonic and lyrical complexity, with lyrics that are in the form of poetry. It is said to be music to enjoy as good art is enjoyed, rather than to dance to, like many of the genres I have mentioned.
There are many other genres of Brazilian music I recommend the reader explore — such as frevo, choro, sertanejo, tropicália, forró, and lambada — each with its own particularities and history. As you can see, Brazilian music is a reflection of its culture and a history rich in variety.
I invite you to step out of your musical comfort zone and expose yourself to this music. You never know what you might learn; in my case, it was a new language, a different perspective on life, and ‘saudades’ of a time I remember fondly.