Lo incontable.
Bajo nuestro poder esta mantener la cordura, en nuestro instinto esta recoger lo que alguien
más ha dejado para hacer de ello nuestro logro,
se cansa el latino debo ser honesto, se cansa
de trabajar día y noche, de buscar ser mejor de lo que alguna vez en su vida anhelo, se cansa
las manos los días de frío cuando la manzana congela, pero sin más hay que pizcarla, se le
cansan los pies de cargar a rajatabla el costal hundido hasta el suelo, se cansa de extrañar a
su familia, de no saber que le espera en un futuro,
es el campesino latinoamericano el que está
cansado en silencio, en su hogar donde se desquita con el lujo como remedio de su mal.
Comienza a las 6 de la mañana en una calle de nombre alemán, empedrada, con casitas
pequeñas, cuadraditas de color blanco con ladrillo, ambicionando a ser un hogar decente, se
levanta el negro, el chico, el hombre de honor y bigote,
se cuadra ante el espejo, mira al muro
donde yace un viejo marco de madera con el orgullo de su juventud,
dos titulaciones, maestro
de secundaria de día, por las tardes da tutorías, químico,
curtidor de cuero por vocación, toma
el respiro profundo, acerca su rostro al lavabo
que la noche anterior fungió como temporizador
que a cada gota le acercaba más a la mañana, a la realidad,
ese autobús en la calle empolvada
de su amada ciudad.
La casa era tan común la recorría de arriba a abajo sin novedad, su calle tan predecible,
la tienda a media cuadra, los vagos de la esquina,
nada era nuevo, vivir en un mundo reciclado,
triste de saber que no podía lograr nada sin ser un poco de lo que no se debe ser,
sobreviviente, moverse entre muros, entre distintos grupos,
estaba cansado de caminar por la
misma calle con un zapato más gastado que otro, con los pantalones dos tallas más grandes
que compro casi nuevos en un local americano,
limitado con 5 monedas para dos pasajes, con
el gruñido de las tripas al oler los puestos de comida a su paso, de matar esa misma hambre
con el guiso de la semana, o con un poco de pan duro y una coca cola, cansado de ver a los
demás chingar y no ser chingados, (it’s a popular phrase: to survive you need to scam or fuck someone.)
Los verdes y largos muros de árboles enanos mantienen las hileras casi perfectas el proceso
agrícola en masa es al igual que todo lo que se produce por inmensas cantidades,
una constante carrera para cubrir las necesidades del mercado, la oferta y la demanda
de fruta en el mundo, en este caso una simple producción, manzana, pera, y cereza.
Las manzanas en el suelo comida de los gusanos, la escalera puesta al sol, y los cajones de madera
que dan a ganar unos 25 dólares cada uno,
existen especificaciones como en toda fabrica,
se debe de cumplir con ciertos estándares, calidad, tamaño, dulzura, limpieza, y condición.
La pirámide.
Llegar a una casa que será habitada por 16 personas más en veces hasta 24, dependiendo la
oferta y la demanda de trabajadores, la base de todo esto se encuentra en los documentados, y
esta es una larga meditación, me he puesto a pensar si los indocumentados se encuentran bajo
los documentados, pero con la experiencia y la realidad, me di cuenta de que no hay diferencia
alguna, los dos tipos de trabajadores nos encontramos en la base, como tapete de 'welcome'
en la casa del vecino.
Los reunieron a todos en la cocina comunitaria, con mesas de plástico y tubería, 12 estufas, 24 refrigeradores,
se presentaron dos personas.
No se olviden que también, mexicanos y residentes legales o no legales de Estados Unidos
tienen los mismos derechos que cualquier otro trabajador estadounidense,
si sufren de maltrato, abuso o discriminación,
no duden en llamar a los números de emergencia de su
localidad creados para ese fin o denunciar con la encargada de recursos humanos, ahí fue
donde la marrana torció el rabo, la esposa del ranchero chapatas era la encargada de recursos
humanos, su comadre la secretaria, la sobrina otra empleada y con ella la mejor amiga,
un muro impenetrable, nos trajimos el nepotismo de México.
Cuando algo salía mal las cosas se arreglaban por debajo de la mesa,
y las palabras que a continuación se escriben, no son ninguna exageración,
y son totalmente ciertas por muy absurdas que parezcan,
y estas parecían ser un script establecido y enseñado
a cada uno de los mayordomos, chequeadoras, tiqueteras, y capataces de los ranchos.
En el gallinero, ningún gusano le brinca al gallo chamaco.
Anímate, muchos quisieran tu lugar y tu quejándote por una caída de 12 pies.
Si dicen algo el próximo año no los traemos.
Si no trabajan y cumplen con las metas, el próximo año no los traemos.
Guey, quieres traer a tu hermano, has lo que te digo.
Parece que una oportunidad de ayudar a nuestra gente se ha convertido en una de nuestras fuentes de poder,
amenazando a nuestros hermanos, creyéndolos y tratándolos de ignorantes,
mucha de esta gente está cansada de venir de un lugar donde su piel les limita de oportunidad
y respeto, y cruzan con la esperanza de subir en ese escalafón social, con la ilusión de hacerse
de una casa, de un carrito de irse de vacaciones a alguna playa hermosa del sur, con la ilusión
de estudiar, de poner un negocio, de aliviar a un enfermo. Y vienen cansados a cansarse más
pero con el vientre lleno.
El miedo de no ser pendejo.
"Cállate," le decían sus compañeros con un odio de no querer entenderlo.
"Chingado morro, si sigues así ya no te van a traer, aquí ellos mandan."
Jamás entendió porque no alzaban la voz como él; todo comenzó con el muertito,
llegaban los camioncitos, las vans, los autobuses escolares, y se reunían en un circuito donde un hombre
con una vara larga los comenzaba a llamar, como en un instructivo de vuelo en una aerolínea comercial,
el hombre nos demostraba como usar con seguridad la escalera, y como pizcar la fruta,
con su mano nos mostró los niveles donde se debía llenar un cajón y con esas mismas palabras nos dijo:
No se olviden del muertito; el muertito es una última costalada de fruta que se le da a un cajón
terminado, se dice que es para que al moverlo con el tractor y la fruta se acomode no se baje
más de lo debido, pero por más que ese cajón con casi una tonelada de manzana se menea en
la culebra no se baja nada, una tras otra se escuchan las bocinas con la música al agrado
Personal, la competencia entre piscadores es una cosa de lo más normal, entre más grande la
bocina o más ruidosa más respeto siente ganar el portador, caen del saco al cajón,
el rechinado de los escalones cargados de aquella graciosa escalera de aluminio, las bolas
rebotando por montones, el calor recorriendo el día de una mañana fría, una tarde sudorosa, y
un ante anochecer aún más frio, el mérito del muertito es que hace que todos sean más felices,
llenabas de más y te dejaban en paz, llenabas de menos y te regresaban para atrás o te daban
Las lianas más vacías o secas, el muertito estaba ahí acostado en su cajón, lo veía de reojo y
sentir su presencia injustificable, al final donde llegan a parar esos cubos apestosos, a una
línea donde se limpian, sanitízan, organizan por pedido, camión, etc.
Pero antes de todo eso,
bueno está el enterrador, ya que todo tiene un propósito, este señor canoso y buena gente se
encargaba de preparar todo para el proceso, vaciaba la fruta extra de nuestros cajones, y la
colocaba en otros nuevos. Podría decir que, de cada 10 cajones, ellos extraían uno del muertito
y sus cómplices.
Tú no sabes nada, eso que tú dices es una acusación muy grave,
si tú no sabes que hablas te
metemos a la cárcel por problemático.
El señor de las cavernas le expulso de su rancho para siempre
y este le mando a otro, que de casualidad alguna era de su hermano.
Donde de igual manera la esposa era la encargada de recursos humanos
y la familia y hasta el perico formaba parte de la nómina.
Cállate, no digas nada, aquí a nadie le caes bien por problemático,
constantemente observaba
el cielo distinto al de su hogar, hasta las nubes parecían más lujosas.
El muertito hubiera sido yo si no me hubiera callado y alejado de todo esto,
el muertito es un conjunto de empleados fantasmas, de seguros falsos,
seamos honestos, el muertito es explotación laboral,
el muertito es fraude,
el muertito son cheques que se cambian en tiendas
Mexicanas que pertenecen a la familia o algún compadre que se puso trucha, el muertito es
chingar... el muertito no es solo fruta extra en un cajón de manzana llenos de sudor y de sueños
cansados, el muertito es un oportunista, una de las pruebas en que por más que migremos y
busquemos ser mejores siempre encontraremos ejemplos de inmadurez patriótica, de ese
polvo que arrastramos en nuestra ideología de que chingar es mejor que no chingar y que nos
chinguen, el muertito es una de tantas formas en que se le despoja al trabajador de respeto,
de dignidad, y se le ve solo como el objeto, la máquina,
un animal de carga, el difuntito es aceptar
que la esclavitud aun habita en las carreras para el enriquecimiento.
Porque no hay cadenas, pero hay temor inculcado a una comunidad necesitada,
y eso es un problema de nuestra actualidad.
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