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Tenemos un concepto viciado, como estigma de lo que en realidad es la prisión. Los medios de comunicación, a través del cine y la televisión, nos muestran escenarios ficticios que no se acercan a lo real del bastión panóptico. El verdadero reclusorio es un lugar donde a través de los muros de concreto y los barrotes metálicos se nos confina separándonos de nuestro entorno social y es real que esta infraestructura pesa sobre nuestros hombros, pero en verdad lo que más yugo ejerce sobre estos, son las personas aquí dentro, pudiendo ser los propios compañeros aherrojados o algunos funcionarios carentes de humanidad de los que desde mi perspectiva no logro comprender el porqué de su labor en un lugar como estos donde debería predominar un personal con pasión por el servicio al otro, porque a pesar de algunos de los que están aquí haber cometido atrocidades, también es porque esto a sido el obvio resultado de lo que estos también han recibido, personas que pertenecen a comunidades en grave condición de vulnerabilidad. Aunque entiendo que la respuesta evidente para la presencia de funcionarios deshumanizados es la obvia respuesta de simplemente el perseguir unos recursos de manera fácil, en un trabajo que casi nadie había querido hacer, también seguramente alguien que proveniente de alguna marginal condición sin ninguna otra opción. 

Se presume que la principal finalidad de la pena privativa de la libertad, es la reinserción en la sociedad, se supone también que cada centro penitenciario debería gozar de un grupo interdisciplinario conformado por profesionales desde la psicología, la criminología, el derecho funcionarios de la salud y expertos en muchas materias que deberían estar dibujando una senda para dar una nueva guía a las personas que aquí llegan, de las cuales predominan en su mayoría personas que han habitado en lugares en total abandono por el Estado, lugares donde no hay escolaridad, donde no hay presencia de las fuerzas del padre Estado ejerciendo vigilancia, lugares sin control, donde los modelos a seguir son sujetos quienes toman como propio el territorio, esclavizando a los jóvenes de las sustancias de alta peligrosidad, creando modelos a seguir absurdos, donde el maleante, armado, proveedor de alucinógenos, es quien reposa en la cúspide. Cosa con una apología que empeora todo, la barata presencia de los medios, que exaltan la existencia de estos personajes, haciendo creer a los abandonados en la ignorancia, ser este el único medio para lograr ostentar el modelo de vida que también otros medios nos fingen, donde los cantantes y la demás farándula, goza de acaudaladas vidas excepcionales, ajenas a la realidad y alejadas de lo que es la verdadera felicidad. 

Un bastión panóptico en Latinoamérica en nuestro mundo contemporáneo es un lugar donde se confina a todo este sin número de seres humanos que han crecido en los entornos más deprimidos, siendo este un lugar como un refugio, como una residencia para adictos, para seres humanos que no sirven al modelo actual de la sociedad, para los que se ejerce una superficial vigilancia del Estado, para una existencia con alguna relativa humanidad, aunque alejada del resto de la sociedad que pueda ser más productiva para el estado, eso sí, destacando que esta hibernación cultural ajena a cualquier dispositivo de la contemporaneidad, espacios con seres condenados a la obsolescencia, no por la seguridad del establecimiento o de la sociedad, sino para evitar la veeduría de cualquiera que quiera enterarse de en realidad que es lo que sucede y como se existe acá, por lo tanto siendo el Estado con sus políticas el principal actor patrocinador de la ley del silencio, norma que indica que lo que sucede acá, entre estos muros se queda y nadie sabe nada, porque acá sapos no hay. 

Pero el claustro penitenciario y las medidas privativas de la libertad, no son una solución que reinserte a las personas, este no es un lugar donde todos estos abandonados puedan aprender a valerse por sí mismos a través de medios lícitos para lograr ser aportantes para sí mismos, para sus núcleos familiares y para la entera sociedad. Un analfabeta acá no aprende a leer, un iletrado no obtiene su grado y un desescolarizado no llega a ostentar una carrera profesional dentro de un claustro latinoamericano. Tal vez un porcentaje excepcional menor al 1% llega a gozar de esta presunta reinserción social, pero por los demás, simplemente resulta en un hospedaje donde se toleran sus adicciones y se le permite vivir de una manera presuntamente digna, pero sin sentido humano, inconscientes. 

¿Qué propongo yo para cesar el flagelo del delito y la vida criminal? 

Es prioritario y esencial invertir en la educación, porque las personas que no se han preparado para valerse por sí mismas en nuestro mundo contemporáneo, son aquellas que deben recurrir a través de medios subnormales para lograr obtener lo necesario para sobrevivir, por lo tanto antes que construir más cárceles, antes que invertir más en ejércitos y en luchar contra lo que ya existe, es sembrar en todos y en especial en los más jóvenes, la semilla de la pasión por las actividades que nos dejan satisfechos.

Aunque también debemos replantear lo que actualmente llamamos escolaridad, en la actualidad no nos enseñan valores de la humanidad como la aceptación, no se nos instruye en todas las bondades de las que gozamos, porque como seres humanos conscientes, estamos en muchos deberes, como cuidar de nuestro entorno, de cuidar de lo vulnerable, también tenemos la posibilidad de explorar al encuentro de lo más loable. Necesitamos crear una escuela donde no se nos enseñe a competir, sino a construir de la mano, donde no gana quién es el más tiene, sino quién procede de manera correcta en favor de una conciencia satisfecha procediendo como seres humanos verdaderamente conscientes. 

A pesar que yo gocé de una educación en mis más tempranas edades, siempre me sentí prisionero, creo la educación contemporánea no se aleja mucho de lo que es un claustro penitenciario. Que alegría me hubiera dado sentir dicha por asistir a un espacio donde el mundo se abre para mí y no donde las puertas se cierran para mantenerme allí retenido, con el espejismo de unas actividades que presuntamente me conducirían a lo que la actual sociedad considera grandeza. 

En el entorno Latinoamericano quiero otorgar gran responsabilidad a los encargados de los medios de difusión masiva, no es mi personal perspectiva, es la verdad sobre lo correcto, sobre un proceder ético que se nos imparte a todos los profesionales, el de siempre proceder con inmaculada ética, en este caso en especial la responsabilidad de los medios audiovisuales, porque son éstos los más amplio y fácil acceso, medios que llegan a todas las personas que carecen de los recursos para seleccionar lo que ellos pudieran ver, estos se ven sometidos a ver lo que les proyecten, a estas personas simplemente les toca conformarse con ver lo que los apoderados de los medios quieren que estos vean, por lo tanto estos poderosos de los medios, deben actuar como los más conscientes de los seres humanos, guiando como maestros a las masas al menos tras ideales integrales, porque en verdad ellos tienen una gran responsabilidad que pudiera transformar nuestras sociedades con enorme facilidad, brindando a esta marginal población, la posibilidad de gozar de modelos a seguir ejemplares, dignos increíbles seres que condujeran a todos a través de la senda de la grandeza, no tras modelos absurdos y destructivos que han perpetrado los peores crímenes. 

En cuanto a una solución para los establecimientos penitenciarios, dada nuestra actual condición como cautivos, pues es de relevancia crear alianzas público privadas para la generación de empleo y lograr la escolarización de los recluidos, es prioridad escuchar el clamor de la población cautiva, crear diálogos con quienes en verdad tienen la pasión por ayudar desde el interior, porque jamás se podrá dar solución al problema penitenciario desde los despachos de los magistrados o senadores, porque para llegar a uno de estos despachos, no se puede tener ningún antecedente y solo quienes han habitado el claustro penitenciario, tiene la potestad para opinar sobre lo que allí se vive, o quién sino el preso pudiera saber mejor si los alimentos dentro de un establecimiento son dignos o no, solo quién a diario les está consumiendo, puede opinar de estos. 

Dentro del penal necesitamos un amplio grupo interdisciplinario de todas las profesiones posibles para dar sentido a la existencia, porque este es el principal padecimiento del aherrojado. Cuando se es detenido estando confinada en un espacio donde no hay nada para hacer, la vida pierde sentido y el refugio es lo licencioso, posiblemente, las drogas, por lo tanto requerimos dar sentido a nuestra existencia a través del arte, la cultura, el trabajo, el estudio y de ser posible logrando abastecer a nuestras familias, para así lograr sentirnos útiles, aportantes y valiosos, no una carga que aburre con lamentos a cuanto ser tenemos la posibilidad de contactar. 


Por mi parte después de superar la depresión de ser detenido, sobreponiéndome con creatividad, después de años he logrado la publicación de mi primer libro llamado Caos disponible en Amazon (les dejaré el enlace para que le puedan encargar, si es de sus parecerse https://a.co/d/7GO0Nlk), también he culminado la escritura del manuscrito para publicar mi segundo libro para el cual he creado una cuenta de Crowdfunding donde me gustaría me apoyara para lograr continuar dando evolución a mi iniciativa artística (https://gofund.me/44eef4b8). 

Toda esta iniciativa la manifiesto a través de medios sociales como Instagram, Facebook y X donde pueden hallarme como @ArKidWhite, allí cada semana realizo tres publicaciones, una anécdota del claustro y dos enseñanzas. 

Finalizo este artículo dejándoles un cálido saludo desde el bastión que ahora me aprisiona y agradeciéndoles por apreciar mi iniciativa. 


English translation:

We have a skewed concept, like a stigma, of what prison really is. The media, through movies and television, shows us fictional scenarios that don't come close to the reality of the panoptic bastion. The true prison is a place where, through concrete walls and metal bars, we are confined and separated from our social environment. It is true that this infrastructure weighs heavily on our shoulders, but what truly weighs the most are the people inside. These could be our fellow inmates or some staff members lacking humanity, whose presence in such a place is something I cannot comprehend. Prisons should ideally be staffed with people passionate about serving others. Even though some of those here may have committed atrocities, often it is as the obvious result of what they themselves have endured, people from communities in severe conditions of vulnerability. While the obvious solution for the presence of dehumanized staff is simply the pursuit of an easy paycheck in a job few would want, it’s likely that some of them also come from marginalized conditions with no other options.

It is presumed that the main purpose of incarceration is social reintegration. It is also assumed that every penitentiary should have an interdisciplinary team of professionals — from psychology, criminology, law, health, and various other fields — who should be charting a path to guide the people who end up here. Most of them come from places entirely neglected by the State — where there is no schooling, no presence of state forces maintaining order — places without control, where the role models are individuals who claim the territory as their own, enslaving the youth with dangerous substances and creating absurd role models. In these communities, the armed criminal and drug dealer is the one who sits at the top. This issue is further exacerbated by the presence of cheap media, which glorifies the existence of these figures, making those abandoned in ignorance believe that this is the only way to achieve the lifestyle that other media outlets also deceive us into thinking is desirable — where singers and other celebrities enjoy wealthy, exceptional lives, far removed from reality and the true meaning of happiness.

A panoptic bastion in Latin America in our contemporary world is a place where countless human beings who have grown up in the most deprived environments are confined. These places are like shelters or residences for addicts, for human beings who do not fit into the current societal model. Here, the State exercises a superficial level of oversight, ensuring a minimal degree of humanity, though separated from the rest of society, which may be more productive for the state. This seclusion is culturally hibernating, isolated from any modern influences. Its spaces are filled with people condemned to obsolescence — not for the safety of the establishment or society, but to avoid scrutiny by anyone who wants to know what really goes on here and how people live. Thus, the State, with its policies, becomes the main sponsor of the code of silence, a rule that says “What happens within these walls stays here”, and no one knows anything, because there are no snitches here.

The prison cloister and measures of deprivation of liberty are not a solution that reintegrates people. This is not a place where all these abandoned individuals can learn to fend for themselves through legal means and become contributors to themselves, their families, and society as a whole. An illiterate person does not learn to read here; an uneducated person does not obtain a degree; and a school dropout does not achieve a professional career within a Latin American prison. Perhaps an exceptional percentage, less than 1%, achieve this so-called social reintegration; but for the rest, it simply becomes a place where their addictions are tolerated, allowing them to live in a presumably dignified (but meaningless and unconscious) manner.

What do I propose to stop the scourge of crime and criminal life?


It is crucial and essential to invest in education, because people who are not prepared to fend for themselves in our contemporary world are the ones who must resort to substandard means to obtain what is necessary to survive. Therefore, before building more prisons, before investing more in armies and fighting against what already exists, we need to plant in everyone — especially the young — the seed of passion for activities that leave us fulfilled.

However, we also need to rethink what we currently call schooling. Today, we are not taught the values of humanity, such as acceptance; we are not instructed in all the blessings we enjoy. As conscious human beings, we have many duties, such as taking care of our environment and protecting the vulnerable, and we also have the ability to seek out what is most commendable. We need to create a school where we are not taught to compete but to build together, where the winner is not the one who has the most but the one who acts correctly in favor of a satisfied conscience, where we act as truly conscious human beings.

Although I enjoyed an education in my earliest years, I always felt imprisoned. I believe contemporary education is not far from what a penitentiary cloister is. How joyful I would have been to feel the delight of attending a place where the world opens up for me, not where the doors close to keep me there, offering only a mirage of activities that supposedly would lead me to what current society considers greatness.

In the Latin American context, I want to place great responsibility on those in charge of mass media. This is not just my personal perspective; it is the truth about what is right, about ethical behavior that is imparted to all professionals: one should always strive to act with impeccable ethics. In this particular case, I want to talk about the responsibility of audiovisual media, because these are the most widely accessible, reaching all those who lack the resources to choose what they might watch. These people are simply forced to watch what the media moguls want them to see. Therefore, these powerful media figures must act as the most conscious human beings, guiding the masses, at least toward integral ideals. Indeed, they have a great responsibility that could easily transform our societies, offering marginalized populations the opportunity to have exemplary role models, incredible figures who would lead everyone down the path of greatness, not following absurd and destructive role models who have perpetrated the worst crimes.

As for a solution for penitentiary establishments, given our current condition as captives, it is crucial to create public-private partnerships to generate employment and education for inmates. It is a priority to listen to the cries of the captive population, to create dialogues with those who genuinely have the passion to help from within, because the penitentiary problem can never be solved from the offices of judges or senators. To reach one of these offices, you must have a clean record, and only those who have lived in the penitentiary cloister have the authority to speak about what life is like there. Who else but the prisoner would know better if the food inside a facility is decent or not? Only someone who consumes it daily can comment on it.

Inside the prison, we need a large interdisciplinary team from all possible professions to give meaning to our existence, because purposelessness is the main affliction of the confined. When you are detained, confined in a space where there is nothing to do, life loses its meaning, and the refuge becomes licentiousness, possibly drugs. Therefore, we need to give meaning to our existence through art, culture, work, study, and, if possible, by providing for our families. In this way, we can feel useful, contributive, and valuable, not a burden who bores others with complaints whenever we have the chance to contact someone.


As for me, after overcoming the depression of being detained and rising above it with creativity, I have managed to publish my first book called Chaos, available on Amazon (I'll leave the link here if you'd like to order it: https://a.co/d/7GO0Nlk). I have also finished writing the manuscript for my second book, for which I have created a crowdfunding account where I would appreciate your support to continue developing my artistic initiative: https://gofund.me/44eef4b8.

I share all these initiatives through social media like Instagram, Facebook, and X, where you can find me as @ArKidWhite. There, I post three times a week: one anecdote from the cloister and two teachings.

I conclude this article by sending you a warm greeting from the bastion that now imprisons me and thanking you for appreciating my initiative.