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Recuerdo más de una raza poderosa que logré exterminar, me retaban y yo los llevaba al abismo, un lugar alejado del cosmos conocido, muchos de ellos siguen ahí hasta estos días.
Me han atrapado, sí, pero es pasajero, además son pocos los que lo han logrado. Pero fue así como comenzó todo, cuando estaba cautivo.“Antes”, una palabra muy interesante que usare para poderme dar a entender; Antes de conocerla, esto era todo, un espectáculo que me nutría de cada sensación que yo necesitaba. Antes…
¿Perder?
He tenido un acercamiento a la sensación, es ese momento cuando sientes la ausencia del futuro.
Futuro; Imagenes cautelosamente formadas a base de deseos, imágenes hechas de decisiones, que dirigen cada una de las acciones pequeñas y grandes que rigen tu vida como una orden, imágenes que tienen suficiente autoridad para actuar por inercia, la inercia de deseos que se han ido tejiendo en imágenes borrosas de lo que podría definirse como gloria.
Es cuando estas imágenes se quiebran que llegamos a ese sitio peor que la muerte, cuando dejamos de ser, entonces se vuelve una búsqueda de estabilidad, cobran importancia actividades y objetos que nos llenan de momentos de gozo que aun cuando adormecen los dolores, siguen sin ser futuro.
Pero ¿Cómo ha sido que llegué a acercarme tanto a ustedes?
Diversión quiza, era divertido ver a una persona demente abrir un portar interdimencional. Hacia tanto que alguien no le prestaba atención a los conjuros de magia antigua que llamo mi atención de inmediato y yo que purgaba un castigo de exilio tras haber sido cazado por una multitud de guerreros, estaba atrapado, aburrido, con ganas de tener un poco de libertad. Esperando que el tiempo hiciera lo suyo.
Ya había tenido unas cuantas experiencias con portales interdimensionales, había hecho lo mismo que hacía de este lado. Algunos de los que me habían invocado pensaban que era un demonio o un dios, alguna vez me apodaron “el gran coleccionador” por mi necedad de despojarlos de sus anhelos y guardarlos para mi.
Mis poderes cambiaban dependiendo de la dimensión en la que me encontraba, recuerdo alguna vez que logré extraer y materializar sus deseos en pequeñas bolas de energía, recuerdo que las junté en el centro y soplé para que estas se dispersaran. Ellos presurosos corrieron tras ellas y al ver que no las podían alcanzar empezaron a suplicar, luego empezó la violencia, algunos mataban a sus congéneres y otros se mataban a sí mismos, todo un espectáculo.
Así que cuando ví el portal captó mi interés, primero sentí un poco de energía, una diminuta fuente de calor, me acerque a ella aun cuando el movimiento me resultaba imposible y despacio casi sin aliento vi a un hombre.
Sus ojos verdes se dilataron en el segundo en el que noto que lo veía con el mayor de mis ojos, luego soltó un grito al notar que me causaba gozo su terror y comenzó a enloquecer, miró sus manos y cayó al suelo inconsciente asì que no pensé que iba a repetirse el hecho casi al instante. De su lado el tiempo pasaba rápido, el hombre podía verse desgastado y envejecido, maltratado por la vida pero aún así busco con las pupilas desorbitadas mi existencia una vez que el portal volvió a abrirse, en cuando se aseguro de que era yo pude ver la magia resurgiendo y luego me invitó a acercarme.
Un escape, era un ofrecimiento a la medida, no tenía esperanzas de salir de ahí pronto, pensaba en la quietud helida como la única alternativa hasta que aquellos que me odiaban perecieran y pudiera el mismo olvido vencer el hechizo que me alojaba. Empero el escape que aparecía ante mis ojos, me pedía separar la esencia del cuerpo, aún así deseaba arriesgarme.
Sentir o no sentir…Quienes viven poco y poco recuerdan son miedosos con los sentimientos y sensaciones que se esconden en cada interacción posible en este y el resto de los universos. Sus cortas vidas no les dejan apreciar los sabores ocultos en cada experiencia vivida y buscan desechar las que parecen acercarlos a la muerte, pero yo no puedo morir y para un inmortal ambas tienen un valor muy parecido y es cuestión de aprender a degustar experiencias y emociones y las infinitas combinaciones que ofrecen.
No poseo más allá de mi instinto, busco sensación. Puedes imaginar entonces que acepte el trato aun cuando para eso tuviera que dejar mi cuerpo a sabiendas de que para cuando regresara estaría más débil, casi inservible.Así me desprendí a ese otro plano y una violenta succión de trajo aquí, me sentí sujeto a la gravedad por primera vez, un sometimiento terrible al que no me acostumbre pues en mi condición de libertad en la que jamás había tenido que existir dentro de un sistema solar, mucho menos de un planeta. La presión a la que estaba sometido me dejaba una sensación de pequeñez y vulnerabilidad que de inmediato me lleno de frustración.Probablemente este hombre esperaba ver descender del portal mi cuerpo pues recuerdo haber visto su cara de decepción cuando todos mis ojos se cerraron y mi exoesqueleto se relajo como un globo desinflado.
Mientras, yo iba descendiendo. Intentaba comprender el nuevo mundo en el que ahora estaba inmerso, iba analizando desde libros de magia rescatados cientos de años atrás que se escondían en dos libreros repletos de filosofía y civilizaciones antiguas y magia de varias corrientes hasta objetos en desuso que formaban una colección nauseabunda. Asientos de coche, instrumentos musicales entre los cuales había guitarras de madera, una batería y saxofones descompuestos y oxidados, había platos y tazas casi en cualquier lugar, sucios con comida en descomposición, había libretas llenas de apuntes de pensamientos que jamás habían llegado a su destinatario, cientos de notas sobre lo que debía haber sido una conversación y periódicos con notas pegadas con cinta adhesiva que desmentían los reportajes. Sobre una mesa había tres macetas con plantas moribundas de mariguana, jitomates y hongos alucinógenos, ninguno de ellos había logrado llegar al desarrollo por las condiciones del lugar, aun lado de las macetas había carne cruda en estado de putrefacción dentro de bolsas plásticas, platos de unicel apilados con restos de comida, cigarros a medio fumar, una botella de mezcal y estopa llena de solventes.
English translation:
I remember more than one powerful race I managed to exterminate. They challenged me, and I took them to the abyss, a place far from the known cosmos. Many of them are still there to this day.
I have been captured before, yes, but only temporarily; and besides, few have succeeded. But this is how it all started, when I was captive. ‘Before…’ an interesting word I will use to make myself understood. Before I met her, this was everything, a spectacle that nourished me with every sensation I needed. Before...
Losing?
I’ve come close to the sensation; it’s that moment when you feel the absence of the future.
Future: images cautiously formed from desires, images made from decisions that guide each of the small and large actions that govern your life like an order. Images that have enough authority to act by inertia, the inertia of desires that have been woven into blurry images of what could be defined as glory.
It’s when these images break that we arrive at that place worse than death, when we cease to be, and then it becomes a search for stability. Activities and objects gain importance, filling us with moments of joy that, even when they dull the pain, still do not constitute the future.
But how has it been that I’ve come so close to you?
Perhaps fun — it was fun to see a madman open an interdimensional portal. It had been so long since anyone paid attention to the spells of ancient magic that it caught my attention immediately. And I, who was serving an exile punishment after being hunted by a crowd of warriors, was trapped, bored, and yearning for a little freedom. Waiting for time to do its work.
I had already had a few experiences with interdimensional portals. I had done the same thing here. Some of those who had summoned me thought I was a demon or a god. Once they even nicknamed me ‘The Great Collector’ for my stubbornness in stripping them of their desires and keeping them for myself.
My powers changed depending on the dimension I was in. I remember once managing to extract and materialize their desires into small balls of energy. I remember gathering them in the center and blowing them so they dispersed. They hurriedly ran after them, and when they couldn’t catch them, they began to beg. Then violence started; some killed their peers, and others killed themselves. Quite a spectacle.
So, when I saw the portal, it captured my interest. At first, I felt a bit of energy, a tiny source of heat. I approached it, even though movement seemed impossible, and slowly, almost breathless, I saw a man.
His green eyes dilated the moment he noticed I was watching him with the greatest of my eyes. Then he screamed when he realized I was enjoying his terror, and he started to go mad. He looked at his hands and fell unconscious to the ground. I didn’t think it would repeat itself almost instantly. On his side, time passed quickly. The man seemed worn out, aged, and battered by life; but still, he sought my existence with dilated pupils when the portal opened again. Once he was sure it was me, I could see the magic resurging, and then he invited me to come closer.
An escape — it was an offer tailored to me. I had no hopes of leaving there soon; I thought of the frozen stillness as the only alternative until those who hated me perished and the very oblivion overcame the spell that held me. Yet, the escape that appeared before my eyes asked me to separate the essence from the body. Still, I wanted to take the risk.
To feel or not to feel... Those who live little and remember little are fearful of the feelings and sensations hidden in every possible interaction in this and the rest of the universes. Their short lives don’t allow them to appreciate the hidden flavors in each lived experience, and they seek to discard those that seem to bring them closer to death. But I cannot die, and for an immortal, both have a very similar value, and it is a matter of learning to savor experiences and emotions and the infinite combinations they offer.
I possess nothing beyond my instinct; I seek sensation. So you can imagine that I accepted the deal, even though to do so, I had to leave my body, knowing that by the time I returned, I would be weaker, almost useless. Thus, I detached myself from that other plane, and a violent suction brought me here. For the first time, I felt subject to gravity, a terrible subjugation that I could not get used to; for in my state of freedom, I had never had to exist within a solar system, much less on a planet. The pressure I was subjected to left me with a sense of smallness and vulnerability that immediately filled me with frustration.
Perhaps this man expected to see my body descend from the portal, as I recall his disappointed face when all my eyes closed and my exoskeleton relaxed like a deflated balloon.
Meanwhile, I descended. I tried to comprehend the new world in which I was now immersed. I was analyzing books of magic rescued from hundreds of years ago that were hidden in two bookshelves filled with philosophy and ancient civilizations, and magic from various currents, as well as useless objects forming a nauseating collection. Car seats. Musical instruments, among which were wooden guitars, a drum kit, and broken, rusty saxophones. There were plates and cups almost everywhere, dirty with rotting food. There were notebooks full of notes with thoughts that had never reached their intended recipient, hundreds of notes about what should have been a conversation, and newspapers with notes taped to them that disproved the reports. On a table, there were three pots with dying marijuana plants, tomatoes, and hallucinogenic mushrooms. None of them had reached maturity due to the conditions of the place. Beside the pots, there was raw meat in a state of putrefaction inside plastic bags, styrofoam plates piled with food scraps, half-smoked cigarettes, a bottle of mezcal, and wadding filled with solvents.
Sara Batalla nació en la ciudad de México en 1989, y sus primeras historias surgieron del insomnio que padecía. Después de estar cerca de la muerte y posteriormente ganar un concurso de novela, decide que quería dedicarse a escribir y vivir de ello.
Sara Batalla was born in Mexico City in 1989, and her first stories arose from the insomnia she suffered. After coming close to death and subsequently winning a novel contest, she decided that she wanted to dedicate herself to writing and make a living from it.
Este artículo es presentado por El Vuelo Informativo, una asociación entre Alcon Media, LLC y Tumbleweird, SPC.
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