This article is bilingual! Scroll down for the English translation.
¡Hola, Washington! Mi nombre es Bryan, y estoy aquí para compartir mi historia como un estudiante universitario de primera generación, un orgulloso latino y alguien que sabe lo que significa manejar innumerables responsabilidades mientras persigue un sueño. Crecí en Los Ángeles, rodeado por la vibrante cultura y la resiliencia de nuestra comunidad latina, lo cual me formó en la persona que soy hoy. Ahora, escribo para ustedes desde una nueva ciudad con el objetivo de inspirar a los latinos de Washington a seguir sus pasiones, sin importar cuán difícil parezca el camino.
Creciendo en una familia trabajadora de inmigrantes, a menudo sentí el peso de ser el primero en mi familia en navegar el sistema educativo. El camino no ha sido fácil: entre trabajar en varios empleos, realizar investigaciones, ser mentor para otros y prepararme para la escuela de medicina, he enfrentado obstáculos que parecían imposibles de superar. Pero si algo he aprendido, es que la fuerza de nuestra comunidad está en nuestra capacidad de salir adelante juntos.
Washington está lejos de Los Ángeles, pero los desafíos que enfrentamos como latinos trascienden las fronteras de las ciudades: sentirnos fuera de lugar en espacios donde estamos subrepresentados, esforzarnos por apoyar a nuestras familias mientras construimos nuestro futuro y demostrar que merecemos estar en cada lugar al que llegamos. Estoy aquí para decirte que tus sueños son válidos, tu voz importa y tu éxito está al alcance.
A través de este blog, compartiré mi viaje, desde crecer en Los Ángeles hasta encontrar mi camino en STEM y la medicina y las lecciones que he aprendido en el camino. También destacaré recursos, consejos e historias para ayudarte a navegar tu propio camino, ya seas estudiante, profesional o alguien en busca de inspiración.
Juntos, podemos romper barreras, elevar a nuestra comunidad y demostrarle al mundo de lo que somos capaces los latinos en Seattle. Gracias por permitirme ser parte de tu historia. Soñemos en grande, trabajemos duro y hagámoslo realidad, paso a paso.
¡Sí se puede!
La receta de la curiosidad
Tengo muchas pasiones que van desde las artes culinarias hasta el mundo científico. A primera vista, estos dos campos parecen completamente diferentes, pero son más similares de lo que podrías imaginar.
Una de mis primeras pasiones—una que comenzó a la temprana edad de cuatro años—fue la cocina. El primer platillo que preparé fue un quiche sencillo con huevos y vegetales. Pero a medida que gané confianza, empecé a agregar todo lo que encontraba en el refrigerador. Si sabía bien o no, no importaba en ese momento; solo quería experimentar. Todavía recuerdo el día en que decidí agregar atún a mi quiché. Eso… no fue una sorpresa agradable.
Aunque algunas de mis creaciones fueron desastrosas, me fascinaba cómo pequeños cambios podrían transformar por completo un platillo. Me encantaba aprender qué sabores se complementaban, cuáles dominaban a otros, y cómo pequeños ajustes podrían mejorar una comida entera. Esa curiosidad me llevó a experimentar aún más, como hacer pasteles tipo bundt con mezcla de hotcakes (que, para que conste, no siempre resulta). A veces salían crudos, otras veces completamente quemados, pero eso no me detuvo de seguir mejorando.
Con la ayuda de YouTube, perfeccioné mis habilidades y, con los años, me convertí en un gran cocinero. Ahora, puedo abrir mi refrigerador, encontrar solo tres ingredientes y crear un platillo. Me encanta sacar lo mejor de un solo ingrediente, convertirlo en el protagonista del plato, y preparar una salsa sencilla pero deliciosa que lo complemente. Lo que no me daba cuenta en ese entonces era que esa constante batalla de ingenio con mi refrigerador alimentaría la curiosidad que ahora me impulsa como científico.
De la cocina al laboratorio
Actualmente, estoy persiguiendo una carrera en medicina, pero también trabajó como investigador en cáncer en Cedars-Sinai. La ciencia es mi segunda pasión, y ser científico era un objetivo de toda mi vida, uno que me enorgullece decir que he alcanzado.
Al igual que la cocina, la ciencia requiere resolver problemas, creatividad y experimentación. Ya sea encontrar una solución cuando otros están atascados, colaborar con colegas o pensar fuera de lo común, abordo mi investigación con la misma mentalidad que desarrollé en la cocina. Tuve la fortuna de obtener una pasantía de investigación durante mi último año de universidad, y le debo esa oportunidad a las habilidades para resolver problemas que desarrollé desde pequeño.
Tanto en la cocina como en la investigación, siempre hay una solución; solo necesitas la receta adecuada. Ya sea decidir cuándo agregar sal a un quiche para evitar que los huevos se sequen o determinar la dosis correcta de un medicamento para inhibir el crecimiento del cáncer, los pequeños detalles pueden marcar una gran diferencia.
El efecto dominó de la curiosidad
La curiosidad que comenzó en mi cocina se ha expandido a otras áreas de mi vida. Me ha impulsado a explorar nuevos temas, asumir nuevos retos y desarrollar nuevas habilidades, como coser, modificar ropa y practicar fotografía. (Guardaré esas historias para otra publicación).
Sin embargo, la curiosidad es un arma de doble filo. Aunque me permite ver múltiples perspectivas, encontrar atajos y cuestionar todo, también puede atraparme en un bucle interminable de “¿y si…?”. A veces me encuentro girando en espirales de preguntas existenciales que no tienen respuestas reales.
Aun así, no lo cambiaría por nada. Estas pasiones—la cocina, la ciencia y todo lo demás—han moldeado la forma en que pienso. Me han permitido abordar problemas complejos con lógica y creatividad. De alguna manera, mi mente funciona como mi propia forma de arte, ya sea resolviendo un problema científico o decidiendo cuándo sazonar mis huevos.
English translation:
Hello, Washington! My name is Bryan, and I’m here to share my story as a first-generation college graduate, a proud Latino, and someone who knows what it’s like to juggle countless responsibilities while chasing a dream. I grew up in Los Angeles, surrounded by our Latino community’s vibrant culture and resilience, which shaped who I am today. Now, as I write to you from a new city, I want to inspire Latinos in Washington to pursue their passions — no matter how difficult the path may seem.
Growing up in a working-class immigrant family, I often felt the weight of being the first in my family to navigate higher education. The road hasn’t been easy between working multiple jobs, conducting research, mentoring others, and preparing for medical school. I’ve faced obstacles that felt impossible to overcome. But if there’s one thing I’ve learned, it’s that our community’s strength lies in our ability to rise together.
Washington may be a long way from Los Angeles, but the challenges we face as Latinos often transcend city limits: feeling out of place in spaces where we’re underrepresented, striving to support our families while building our futures, and proving that we belong in every room we enter. I’m here to tell you that your dreams are valid, your voice matters, and your success is within reach.
Through this blog, I’ll share my journey from growing up in LA to finding my path in STEM and medicine and the lessons I’ve learned along the way. I’ll also highlight resources, tips, and stories to help you navigate your own journey, whether you’re a student, a professional, or someone searching for inspiration.
Together, we can break barriers, uplift our community, and show the world what Latinos in Washington are capable of. Thank you for letting me be a part of your story. Let’s dream big, work hard, and make it happen — one step at a time.
¡Sí se puede!
The recipe for curiosity
I have many passions that range from the culinary arts to the scientific world. At first glance, these two fields seem completely separate, but they are more similar than you might think.
One of my earliest passions, one that started at the ripe age of four, was cooking. The first dish I ever made was a simple quiche with eggs and vegetables. But as I gained confidence, I started adding anything I could find in the fridge. Whether or not it would taste good didn’t matter at the time, I just wanted to experiment. I still remember the day I decided to add tuna to my quiche. That... was not a pleasant surprise.
Even though some of my creations were disastrous, I was fascinated by how small changes could completely transform a dish. I loved learning which flavors complemented each other, which ones overpowered others, and how small adjustments could elevate an entire meal. This curiosity led me to experiment even more, like making bundt cakes out of pancake mix (which, for the record, doesn’t always work out). They were either raw or completely burnt, but that didn’t stop me from improving.
With the help of YouTube, I refined my skills, and over the years, I became a great cook. Now, I can open my fridge, find just three ingredients, and come up with a dish. I love bringing out the best in a single ingredient, making it the star of the plate, and creating a simple yet delicious sauce to complement it. What I didn’t realize at the time was that this constant battle of wits with my fridge would fuel the curiosity that now drives me as a scientist.
From kitchen to laboratory
I’m currently pursuing a career in medicine, but I also work as a cancer researcher at Cedars-Sinai. Science is my second passion, and being a scientist was a lifelong goal of mine, one that I am proud to say I’ve achieved.
Much like cooking, science requires problem-solving, creativity, and experimentation. Whether it’s finding a solution when others are stuck, collaborating with colleagues, or thinking outside the box, I approach my research with the same mindset I developed in the kitchen. I was fortunate enough to secure a research internship during my final year of university, and I owe that opportunity to the problem-solving skills I developed early on.
In both cooking and research, there’s always a solution; you just need the right recipe. Whether it’s deciding when to add salt to a quiche to prevent the eggs from drying out or determining the correct drug dosage to inhibit cancer growth, small details can make all the difference.
The domino effect of curiosity
The curiosity that started in my kitchen has since expanded into other areas of my life. It’s driven me to explore new topics, take on new challenges, and develop new skills like sewing, modifying clothes, and photography. (I’ll save those stories for another month.) But curiosity is a double-edged sword. While it allows me to see multiple perspectives, find loopholes, and question everything, it can also trap me in an endless loop of ‘what ifs’. I sometimes find myself spiraling into existential questions that have no real answers.
Still, I wouldn’t trade it for anything. These passions — cooking, science, and everything in between — have shaped the way I think. They’ve allowed me to approach complex problems with both logic and creativity. In a way, my brain functions like my own form of art, whether I’m solving a scientific problem or deciding when to season my eggs.
Este artículo es presentado por El Vuelo Informativo, una asociación entre Alcon Media, LLC y Tumbleweird, SPC.
This article is brought to you by El Vuelo Informativo, a partnership between Alcon Media, LLC and Tumbleweird, SPC.