¿Cómo saber si vas a donde se supone que deberías de ir? / How do you know if you’re going where you’re supposed to go?
This article is bilingual! Scroll down for the English translation.
Desde hace tres años note que estaba dispersa. Vivía como si un flagelo invisible me fuera lanzando una fatalidad tras otra en un contexto en el que apenas había logrado vivir de mis libros. Diariamente enfrentaba la montaña rusa; avances importantes seguidos de una retahíla de dolores y pensamientos vagos. Conocía la dirección hacia la que quería ir pero no sentía que estuviera avanzando satisfactoriamente, un día lograba algo importante y al día siguiente una nueva tragedia me azotaba, como si se turnaran. Anhelaba fluir con fuerza y velocidad cómo fluye la corriente eléctrica por el cobre, pero en cambio pasaba de negativo a positivo tan súbitamente que me mareaba como si fuera una condensación de estática.
A veces uno cree que necesita “más fuerza” “dirección” “ velocidad” o quizá “un golpe de suerte”pero antes de que ninguno de los conceptos anteriores pueda ser usado siquiera, es necesario que uno pueda fluir en paz, ¡fluir! Me sigue sorprendiendo cómo es que los sentimientos son descritos con tanta cercanía a los fenómenos de la física.
Así, tenemos la cuarta fuerza fundamental, el electromagnetismo, éste nos ayuda a comprender entre muchas otras cosas la estática y transferencia de carga; un material cuya carga eléctrica es positiva al hacer contacto con un material cuya carga eléctrica es negativa ambos se cargan, generando así esta energía peculiar que suele ser tan volátil, observada por Tales de Mileto, allá en la antigua Grecia quien también dijo que el alma era capaz de generar movimiento.
Con el tiempo vencí la fatalidad. Pensé que eso era todo; era hora de contemplar los trofeos que había logrado arrebatarle a la vida, pensaba que la dispersión de mis acciones y pensamientos se debía a este cúmulo de obstáculos y que una vez vencidos se irían pero no fue así. Aún cuando cualquiera podría decir que estaba medianamente estable, “en estado neutro” mis pensamientos y mis acciones continuaban yendo en varias direcciones.
Yo, consciente del orgullo que supone haber logrado pulverizar cada obstáculo así como la certeza de la fuerza que soy capaz de usar, intenté animarme a disfrutar lo que por años había sido soñado y que ahora al fin estaba viviendo, sin embargo las emociones de triunfo duraban poco, como si se extinguieran, mis pensamientos y acciones continuaban preocupantemente dispersos aún sin una amenaza visible.
Fue hasta que hace algunas semanas que escuché una voz -¡Debe ser hoy, porque yo digo!- Sé reconocer la ferocidad en la mirada a kilómetros aunque esté escondida tras una cara tierna así que una vez que acepte su ayuda, abrí mi corazón putrefacto y cínica deje salir la polución. Esta voz me invitaba a comprender y a liberarme de dolores y viejos tesoros por igual, hasta que el futuro fuera de nuevo una hoja en blanco y mi tintero tuviera nada más que mis sueños y habilidades pero no parecía una tarea fácil.
Así llegó la tarde furibunda en la que renegada a continuar me aparte de súbito como quien aparta las manos del fuego, preferí desgastar en charlas la pesadumbre con un amigo poseedor de una claridad anhelada, quién además conocía mi historia, podría lloriquear lo suficiente hasta sentirme mejor, o eso pensé pues contrario a lo que esperaba me alentó a regresar de forma insistente. La feroz voz también insistía y yo confiaba en ella pero estaba adolorida, luego una tercera voz se unió al coro
desde una torre, ésta había sido certera conmigo, parecía un estribillo de ayuda cantado a tres voces y al fin cedí y así me senté ahí de nuevo.
Cuando salí el cielo estaba rojo y al verlo sonreí y continué aliviada a sabiendas de que yo ya no lo estaba, más no fue hasta la noche que tuve esta sensación de que algo me faltaba, que descubrí que se había ido mi dispersión, mis acciones iban fluidas de aquí para allá según mi voluntad, mis pensamientos lógicos estaban al mando de nuevo y mis victorias tenían una presencia superior a la de mis viejas derrotas.
El príncipe de los matemáticos, Gauss, establece que el flujo eléctrico total a través de una superficie cerrada es proporcional a la carga eléctrica total encerrada dentro de la superficie, lo que me deja una sencilla conclusión; cuando se emprende una aventura llena de ambiciones y barreras, ambiciones que te impulsan como una fuerza hacia adelante y barreras que te jalan como un imán hacia atrás, uno necesita echar mano de otras fuerzas aparte de la propia pues existen estas “partículas” cargadas con electricidad, capaces de causar cualesquiera fenómenos y trastornos que nos llegan a impedir lograr un movimiento dirigido, en mi caso, por la voluntad, es decir una fuerza que me gusta tener.
Días como hoy puedo avanzar a un ritmo que me hace sentir confiada, justo cómo electricidad recorriendo el cobre, sé que no es suficiente, se que tampoco es permanente, pero la estabilidad que alcance, así como la fluidez con la que ahora me muevo, me hacen estar enormemente agradecida.
No pude decírselo en persona pero hoy uso mi pluma y el poder que esta conlleva para hacérselo llegar, a ella, a la voz de la torre y a mi amigo, así como a mis lectores, pues la paz que hoy llevo dentro y que a su vez emana de mí, ha sido una sorpresa inesperada y poder compartir lo que esto significa, lo hace aún más especial, sobre todo porqué deseo con el corazón que tú también experimentes la fluidez, la paz y la confianza y que encuentres una guía como la que yo he tenido.
Tal vez más adelante, yo también pueda embarcarme en una nueva aventura y recorrer así un camino que hace tiempo he querido recorrer.
English translation
For the past three years, I noticed I was scattered. I lived as if an invisible scourge were throwing one calamity after another at me in a context where I had barely managed to live off my books. Daily, I faced a roller coaster: significant advances followed by a string of pains and vague thoughts. I knew the direction I wanted to go, but I didn’t feel I was progressing satisfactorily. One day, I achieved something important, and the next day a new tragedy struck me, as if they were taking turns. I longed to flow with strength and speed, like electric current through copper; but instead, I swung from negative to positive so suddenly that it made me dizzy, like a condensation of static.
Sometimes one thinks they need more strength, direction, speed, or maybe a stroke of luck, but before any of these concepts can even be used, it’s necessary to flow in peace — flow! It still surprises me how feelings are described so closely to physical phenomena.
Thus, we have the fourth fundamental force, electromagnetism. It helps us understand, among many other things, static and charge transfer — a material whose electric charge is positive, when in contact with a material whose charge is negative, both charge each other, generating this peculiar energy often so volatile, observed by Thales of Miletus in ancient Greece, who also said that the soul was capable of generating movement.
Over time, I overcame fatality. I thought that was it; it was time to contemplate the trophies I had wrested from life. I thought the scattering of my actions and thoughts was due to this accumulation of obstacles and that once overcome, they would disappear, but it wasn’t so. Even when anyone could say I was moderately stable, “in a neutral state,” my thoughts and actions continued going in various directions.
Aware of the pride that comes with having pulverized each obstacle and the certainty of the strength I am capable of using, I tried to encourage myself to enjoy what I had dreamed of for years and was finally living. However, the feelings of triumph lasted little, as if they extinguished quickly. My thoughts and actions continued to be worryingly scattered, even without a visible threat.
It wasn’t until a few weeks ago that I heard a voice: “It must be today, because I say so!” I can recognize ferocity in a gaze from miles away, even if it’s hidden behind a gentle face. So, once I accepted her help, I opened my rotten heart and cynically let out the pollution. This voice invited me to understand and free myself from both pains and old treasures until the future was a blank slate again, and my inkwell had nothing but my dreams and abilities. But it didn’t seem an easy task.
Thus came the furious afternoon when, reneging on continuing, I suddenly pulled away as one pulls hands from the fire. I preferred to wear down the burden in talks with a friend who possessed a clarity I longed for and who also knew my story. I thought I could whine enough to feel better, but contrary to what I expected, he encouraged me to return insistently. The fierce voice also insisted, and I trusted her but was in pain. Then a third voice joined the chorus from a tower. It had been accurate with me, and it seemed like a refrain of help sung in three voices. Finally, I yielded and sat there again.
When I came out, the sky was red, and seeing it, I smiled and continued, relieved, knowing I no longer was. But it wasn’t until the night that I had this feeling that something was missing; I discovered my dispersion was gone. My actions flowed from here to there according to my will. My logical thoughts were in command again, and my victories had a presence superior to my old defeats.
The prince of mathematicians, Gauss, states that the total electric flux through a closed surface is proportional to the total electric charge enclosed within the surface, which leaves me with a simple conclusion: when embarking on an adventure full of ambitions and barriers — ambitions that push you forward like a force and barriers that pull you back like a magnet — you need to harness other forces besides your own. There are these ‘particles’ charged with electricity, capable of causing any phenomena and disorders that prevent us from achieving directed movement, in my case, by will, a force I like to have.
On days like today, I can move forward at a pace that makes me feel confident, just like electricity flowing through copper. I know it’s not enough; I know it’s not permanent, either. But the stability I achieved, and the fluidity with which I now move, make me enormously grateful.
I couldn’t tell them in person, but today I use my pen and the power it carries to convey this to her — the voice from the tower, and my friend, as well as my readers. The peace I carry within and which emanates from me has been a surprise, and sharing what it means makes it even more special, especially because I wholeheartedly wish for you to experience the fluidity, peace, and confidence and find guidance like the one I have had.
Perhaps later, I, too, can embark on a new adventure and thus travel a path I have long wanted to explore.
Sara Batalla nació en la ciudad de México en 1989, y sus primeras historias surgieron del insomnio que padecía. Después de estar cerca de la muerte y posteriormente ganar un concurso de novela, decide que quería dedicarse a escribir y vivir de ello.
Sara Batalla was born in Mexico City in 1989, and her first stories arose from the insomnia she suffered. After coming close to death and subsequently winning a novel contest, she decided that she wanted to dedicate herself to writing and make a living from it.
Este artículo es presentado por El Vuelo Informativo, una asociación entre Alcon Media, LLC y Tumbleweird, SPC.
This article is brought to you by El Vuelo Informativo, a partnership between Alcon Media, LLC and Tumbleweird, SPC.