El Spin, y la suave voz calmada de quién sabe qué hacer / The Spin and the calm, soothing voice of the one who knows what to do
Narrated by Art Fultz
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En la ciencia de lo diminuto todo parece moverse, tanto, tan rápido, con reglas que podrían diferentes a las nuestras que hacen más compleja su comprensión, cuando veo el trabajo que ha costado comprenderlo y lo apabullante que es estar en medio de tanto movimiento admiro más a quienes logran comprender el movimiento del mundo subatómico, es una tarea pertinaz, digna de los más dotados.
Me pregunto que debe haber en mentes como la de Otto Stern, quien logró hacer el cálculo mediante experimentación que nos arrojaría respuestas sobre el comportamiento de las partículas subatómicas y pienso en la importancia de aquello que determina el movimiento de “lo Demás” este eje determinante que permite ordenar y marca el movimiento. Al mismo tiempo veo cuanta falta hace que el movimiento esté ordenado, pautado, que no sea azaroso. Esta desgastante sensación de que“todo se mueve” llega a ser insoportable causando al menos en mi caso desestabilidad, ansiedad, una sensación de estar parado en la orilla de un abismo y dolor, nos sentimos débiles y apabullados, y además los pensamientos acechantes, atacan nuestros silencios, haciendo que el panorama tenga un aspecto aún peor.
Quizá por eso tenemos el apego en la costumbre, llegamos a estar en largas relaciones inservibles debido a la comodidad de la estabilidad que esta proporciona, nos aferramos a nuestros hábitos o creencias, más allá de la lógica que estas puedan tener y lo hacemos así por que la costumbre nos proporciona, contrario al azar, una veleidosa sensación de calma.
Sin embargo suelo escuchar una crítica constante a la búsqueda de estabilidad, quienes suelen hacerla invalidan relaciones o trabajos por qué es lo “único” que aportan, pasa también en amistades o ideologías; en esta sociedad las críticas a “la costumbre” no se hacen esperar apenas se notan sin embargo aún recuerdo el miedo que me daba de niña volverme a cambiar de casa y de escuela y muchas veces elijo la estabilidad por encima debido a que me permite mantener la vida fluyendo en orden.
Así recurro al Spin que nos demuestra que las partículas en el mundo subatómico no se mueven de forma aleatoria sino que siguen un órden y que cada partícula, dependiendo sea el caso, dictamina este órden, más luego agrandando más y más el criterio vemos que los planetas, estrellas y demás cuerpos celestes también siguen un patrón determinado por un eje ¿Cuál es el nuestro?...
Dejo mis dudas para otro momento pues tengo un largo día y cuando las labores profesionales terminan me doy cuenta que estoy muy cerca de la casa de una amiga. Nos vemos una tarde de viento cuando el atardecer sopla susurrante y esta vez las respuestas no me las da Otto, sino me la da ella.
El fin de un saludo efusivo da paso a una verborrea bidireccional y sin darme cuenta mi lengua se afloja, había muchas cosas que quería omitir pero cuando lo noto ya es demasiado tarde, sonrió pues ya es recurrente soltar la lengua en presencia de esta mujer y una chispa de curiosidad me aborda -tiene algo- digo para mi y ella toma su turno para ser escuchada y la escucho atenta, va desarrollando los nuevos episodios de su vida hasta llegar a la peculiar parte en la que arroja soluciones al futuro como naipes sobre una mesa y es justo ahí cuando logró descubrir ese algo.
En anteriores capítulos de su vida había estado presente ese patrón pero yo no lo había notado, ella iba estabilizando, manteniendo el curso trazado, manteniendo la función en marcha por aquí y por allá, en casi cualquier ámbito de su vida, era ella este factor- Están acostumbrados a ella- pensé y la solución me vino a la cabeza, ella marcaba la pauta de movimiento para sus allegados, diferentes ritmos y flujos para cada uno, dirigiendo el “movimiento ondulatorio” de esta forma se iban sintiendo seguros para poder continuar.
¿Cuántos de ellos habrá? Recordé las veces en las que llegué a sentir la voz calmada de una de estas personas y lo bien que se sentía saber que estaban ahí ¿Cómo diferenciarlos? pensé que en mi experiencia esta gente no interfiere las voluntades propias sino que las ordena ¿Cuántos de nosotros podemos marcar el camino para que otros logren obtener la tan preciada estabilidad?
Cuantos poseemos esta habilidad que forma parte del mundo cuántico y cuántos más de nosotros, quizá no hemos ocupado ese papel, pero tenemos cerca a esta persona que ordena el movimiento para que pueda continuar, gracias a esto comprendí pues, qué es aquello que vuelve la costumbre, las relaciones, los trabajos, las creencias y demás, un factor de órden valioso. Algo sobre lo que el resto puede ordenar el movimiento.
Así, en este mundo azaroso en el que las otras fuerzas desvían, he encontrado a personas que fungen como partículas que mantienen a las demás partículas dentro de un movimiento ordenado.
Ya sea que seas una persona así o que tengas una persona así en tu vida, puedes sentirte afortunado pero si no lo eres y además no la tienes, creo que ya sabes por donde buscar. Y, si encuentras esa voz, esa voz que emana calma y estabilidad y permite que exista la fluidez, sabes que la voz de ella es una voz que jamás debería dejar de sonar.
English translation:
In the science of the tiny, everything seems to move, so much, so fast, with rules that could be different from ours, making its understanding more complex. When I see the effort it has taken to understand it and how overwhelming it is to be in the midst of so much movement, I admire even more those who manage to understand the movement of the subatomic world. It’s a tenacious task, worthy of the most gifted.
I wonder what must be in minds like that of Otto Stern, who managed to calculate — through experimentation that would give us answers — about the behavior of subatomic particles. And I think about the importance of what determines the movement of ‘the Rest’, this determining axis that allows for ordering and marks movement. At the same time, I see how much lack there is for movement to be orderly, scheduled, and not haphazard. This exhausting feeling that ‘everything is moving’ becomes unbearable, causing (at least in my case) instability, anxiety, a feeling of standing on the edge of an abyss, and pain. We feel weak and overwhelmed, and intrusive thoughts attack our silences, making the landscape look even worse.
Perhaps that’s why we cling to habit. We end up in long, useless relationships because of the comfort of stability they provide. We cling to our habits or beliefs, beyond the logic they may have, because habit provides us — contrary to chance — with a fickle sense of calm.
However, I often hear constant criticism of the search for stability. Those who tend to make it invalidate relationships or jobs because it’s the ‘only’ thing they contribute. This also happens in friendships or ideologies; in this society, criticisms of ‘habit’ are quick to come as soon as they are noticed. However, I still remember the fear I felt as a child of moving homes and schools again, and many times I choose stability because it allows me to keep life flowing in order.
So I turn to the Spin, which shows us that particles in the subatomic world do not move randomly but follow an order and that each particle, depending on the case, dictates this order. But then, expanding the criteria further, we see that planets, stars, and other celestial bodies also follow a pattern determined by an axis. What is ours?
I leave my doubts for another time because I have a long day ahead, and when professional tasks are finished, I realize I am very close to a friend’s house. We see each other one windy afternoon when the sunset blows whisperingly, and this time, the answers are not given to me by Otto but by her.
The end of an effusive greeting gives way to a bidirectional verbal diarrhea, and before I realize it, my tongue loosens. There were many things I wanted to omit, but when I noticed it, it was already too late. I smile because it has become common to let loose in the presence of this woman, and a spark of curiosity hits me. “There’s something,” I say to myself, and she takes her turn to be heard, and I listen attentively. She unfolds the new episodes of her life until she reaches the peculiar part where she throws solutions to the future like cards on a table, and it is right there when I manage to discover that ‘something’.
In previous chapters of her life, that pattern had been present, but I hadn’t noticed it. She was stabilizing, keeping the course plotted, keeping the function going here and there, in almost every area of her life. She was this factor — They are accustomed to her, I thought — and the solution came to my mind. She set the pace of movement for her loved ones, with different rhythms and flows for each one, directing the ‘wave-like movement’. In this way, they felt secure enough to continue.
How many of them are there? I remembered the times I felt the calm voice of one of these people and how good it felt to know they were there. How do we differentiate them? I thought that in my experience, these people don’t interfere with our wills, but rather order them. How many of us can pave the way for others to achieve such coveted stability?
How many of us possess this ability that is part of the quantum world? And how many more of us, perhaps, haven’t played that role ourselves, but have had this person nearby who orders the movement so that it can continue? Thanks to this, I understood what turns habit, relationships, jobs, beliefs, and more into a valuable ordering factor. Something on which the rest can order their movement.
Thus, in this random world where other forces deviate, I have found people who act as particles that keep the other particles within the ordered movement. Whether you are such a person or have such a person in your life, you can consider yourself fortunate. But if you aren’t and also don’t have them, I think you already know where to look. And if you find that voice, that voice that emanates calm and stability and allows for fluidity, you know that such a voice should never stop sounding.
Sara Batalla nació en la ciudad de México en 1989, y sus primeras historias surgieron del insomnio que padecía. Después de estar cerca de la muerte y posteriormente ganar un concurso de novela, decide que quería dedicarse a escribir y vivir de ello.
Sara Batalla was born in Mexico City in 1989, and her first stories arose from the insomnia she suffered. After coming close to death and subsequently winning a novel contest, she decided that she wanted to dedicate herself to writing and make a living from it.