Sobre emanar / On emanation
This article is bilingual! Scroll down for the English translation.
Sírvase esta nota para refrescar la memoria mía y del lector de lo que es un punto de emanación.
Emanar: una palabra que tiene connotaciones de responsabilidad para quien puede ejercerla como verbo en primera persona.
Se nos bombardea con mensajes que repetitivamente nos abruman “Eso no es correcto” “Eso no se debe” “no es posible qué” “el deber ser” “Qué van a decir” “deben de pensar” esta y otra larga retahíla de insípidas frases que nos enmarcan en un condicionamiento de obediencia, nos limitan en lo más íntimo y libre que debería tener un ser humano; el mundo de las ideas.
Acostumbrados a ser receptivos y buenos escuchas, atentos al marco que delimita un tal monstruo llamado “la sociedad” que no es más que un montón de acaudalados comerciantes que van arrojando un comercial tras otro, una influencer tras otra, una película de pésimo guión tras otra, que repiten convenientes mensajes que nos orillan a consumir lo que sea que nos de la imagen propuesta, la imagen que ahora es correcta, vamos dejándoles a ellos el tesoro más preciado, uno que nos coloca un peldaño arriba, allá en el futuro.
A veces uno luye con la vida, mientras esta va transcurriendo, a veces uno está atorado, avanzando a tumbos o sin avanzar siquiera, a veces la destrucción nos persigue y en cada una de estas situaciones llega a ocurrir que la maravillosa mente crea una nueva forma de resolver algo. Es entonces cuando la idea naciente, parida por el ocio o por la necesidad, llega a oídos externos y es vapuleada para que el mundo no llegue a conocerla nunca. A veces por el terror de volver a ser rechazados ocultamos la idea, otras pronto la tachamos de “mala” al encontrar la poca funcionalidad que tiene en las circunstancias actuales, otras veces la ponemos en el fondo de los quehaceres para que no llegue a ver la luz nunca. Y gran parte de esta actitud se debe al mensaje antes mencionado donde según algunos, el mundo está hecho y terminado, se nos dice que hay que avanzar por la vida sin nada mejor que hacer que seguir instrucciones pues todo está hecho, dicho, inventado y resuelto.
Creer que uno no tiene nada nuevo y reluciente que aportar es un craso error.
Estamos en un universo de casi 14.000 millones de años en los que se ha estado expandiendo, a partir del punto inicial, según Hubble y su experimento del corrimiento al rojo de galaxias, éste continúa creciendo y no se ha detenido, desde sus inicios hasta ahora y así seguirá.
Es decir un punto de emanación, una exploción hacia afuera, algo que emano, ha permanecido en crecimiento continuo generando así un cosmos magno, imposible de conocer, que cuenta con planetas diversos, espectaculares, exoplanetas errantes que viajan sin cesar, sistemas solares, nebulosas coloridas, que van conformando galaxias únicas, lluvias de diamante, asteroides recubiertos de oro, estrellas implosionando, espaciotiempo curvandose, hielo espacial y lo más importante; vida.
Algo que salió de la nada, de ese punto inicial, no ha parado de crecer y así continuará hasta que estas páginas queden en el olvido y seguirá siendo así a partir de eso para siempre, hasta que el tiempo deje de existir y mi pregunta es ¿Porqué no se detiene? quizá no hay nadie diciendo continuamente que ya todo está dicho y terminado, pero no es lo único que no se detiene, pues hurgando un poco, he notado que casi cualquier idea o “punto inicial” que logra cruzar la barrera del tiempo, se mantiene en crecimiento ad infinitum y me parece un fenómeno muy interesante.
Es como cruzar la meta del ganador, pues ya sea el universo, algunas religiones y sus profetas, algunos artistas, músicos, pintores, escritores, pensadores, arquitectos, genios inventores o activistas, al cruzar la barrera del tiempo lograron una expansión continua. Más allá de repetir lo obvio, pienso en el punto de emanación, este que alguna vez fue un corpúsculo insignificante.
Es entonces cuando las evidencias del cosmos, de la historia de la humanidad y de mi propia vida, me van demostrando que el punto de emanación, ese que nace en el seno de una mente fecunda que está lista para parir una idea que puede llegar a ser futuro, es mucho más importante de lo que puede parecer en el inicio. Yo misma, caigo a menudo en pensar que esta idea, o la otra, no son importantes, son absurdas, nadie las va a secundar, que no aportan gran cosa, y entonces el punto de emanación sucumbe, luego me doy cuenta que el único juez, tan arbitrario como infalible, es el espaciotiempo que va colocando cada cosa en el lugar que se ha ganado.
Fatuo es pensar que la falta de aceptación de una idea naciente la hace inservible, pues es el tiempo el único que posee la capacidad de marginar lo inservible, de destruir o de hacer inexistente mediante el olvido.
Es así como mirando el espaciotiempo y su magnífico orden, infiero los pasos a seguir una vez que la semilla de una idea ha aparecido en mi cabeza, entonces sé que toca comenzar a emanar, hacer luir, sacar hacia afuera, replicarlas en charlas, acciones o papel, replicarla y darla a conocer, una y otra vez hasta que la historia pueda valerse por sí misma y ya no me necesite, quizá luego con algo de suerte, esta pueda pasar la barrera del tiempo.
Pero he compartido estas palabras contigo pues aún cuando me esmero en que mis historias y nuevas ideas toquen buen puerto, sé que probablemente las tuyas no.
Me pregunto¿ Cuántas ideas abortadas no llegaron a buen puerto? Cuantas ideas que quizá de haber nacido, habrían generado un magnífico cambio en el vivir. Por eso, deseo que las nuevas ideas, una vez que han brotado, emanen, luyan hacia afuera, con fuerza suficiente para que la continuidad se vuelva permanente, con suerte también estas nuevas ideas rompan la barrera del tiempo.
English translation:
Let this note serve to refresh both my memory and that of the reader about what a point of emanation is.
Emanate: a word that carries connotations of responsibility for those who can exercise it as a verb in the first person.
We are bombarded with messages that repeatedly overwhelm us: “That’s not right,” “That shouldn’t be done,” “It’s not possible,” “It should be different,” “What will they say,” “What must they be thinking,” and another long string of insipid phrases that frame us in a conditioning of obedience, limiting the most intimate and free aspect that a human being should have — the world of ideas.
Accustomed to being receptive and good listeners, attentive to the framework that outlines a monster called ‘society’ — which is nothing more than a bunch of wealthy merchants throwing out one commercial after another, one influencer after another, one poorly scripted movie after another, repeating convenient messages that push us to consume whatever provides us with the proposed image, the image that is now ‘correct’ — we end up handing over our most precious treasure to them, the one that places us a step ahead, out there in the future.
Sometimes we flow with life as it unfolds; sometimes we are stuck, moving in fits and starts or not moving at all. Sometimes destruction pursues us. And in each of these situations, the wonderful mind creates a new way to solve something. It’s then that the nascent idea, born out of idleness or necessity, reaches external ears only to be battered so that the world never comes to know it. Sometimes, out of fear of being rejected again, we hide the idea. Other times, we quickly label it as ‘bad’ when we find it has little function in the current circumstances. Sometimes, we bury it in the back of our minds so that it never sees the light of day. And much of this attitude stems from the previously mentioned message that, according to some, the world is finished and complete. We are told to move through life with nothing better to do than follow instructions because everything has already been done, said, invented, and solved.
Believing that one has nothing new and brilliant to offer is a grave mistake.
We exist in a universe nearly 14 billion years old that has been expanding since its initial point, according to Hubble and his redshift experiment on galaxies. It continues to grow and has not stopped, from its beginnings until now, and so it will continue.
That is, a point of emanation — an explosion outward, something that emanated — has remained in continuous growth, creating a vast cosmos, impossible to fully comprehend, with diverse, spectacular planets, wandering exoplanets traveling endlessly, solar systems, colorful nebulae forming unique galaxies, diamond rain, gold-covered asteroids, imploding stars, space-time curvature, space ice, and, most importantly, life.
Something that came from nothing, from that initial point, has not stopped growing and will continue until these pages fade into oblivion; and even then, it will keep expanding forever, until time ceases to exist. My question is: Why doesn’t it stop? Perhaps there is no one continuously saying that everything has already been said and done. But it’s not the only thing that doesn’t stop. By looking deeper, I’ve noticed that almost any idea or ‘initial point’ that manages to cross the barrier of time continues to grow ad infinitum, and I find that a very interesting phenomenon.
It’s like crossing the winner’s finish line. Whether we’re talking about the universe, some religions and their prophets, some artists, musicians, painters, writers, thinkers, architects, brilliant inventors, or activists — by crossing the time barrier, they have achieved continuous expansion. Beyond repeating the obvious, I think of the point of emanation, which was once an insignificant speck.
It’s then that the evidence from the cosmos, human history, and my own life shows me that the point of emanation — that which is born in the womb of a fertile mind, ready to birth an idea that could become the future — is far more important than it might seem at first. I often find myself thinking that this idea or the other isn’t important, that it’s absurd, that no one will support it, that it doesn’t contribute much; and then the point of emanation succumbs. Later, I realize that the only judge, as arbitrary as it is infallible, is space-time, which places everything in the position it has earned.
It is foolish to think that a newborn idea’s lack of acceptance makes it useless, because time is the only thing with the power to marginalize the useless, to destroy or erase something through oblivion.
By observing space-time and its magnificent order, I infer the steps to follow once the seed of an idea has appeared in my mind. Then I know it’s time to start emanating, to flow, to bring it outward, replicate it in conversations, actions, or writing, to replicate and share it over and over until the story can stand on its own and no longer needs me. Perhaps, with a bit of luck, it may even cross the time barrier.
I have shared these words with you because, even though I strive to ensure that my stories and new ideas find good harbor, I know that yours probably will not.
I wonder: How many aborted ideas never found good harbor? How many ideas, if born, might have brought magnificent change to life? That’s why my wish is that once new ideas have sprouted, they emanate, flow outward with enough strength for their continuity to become permanent. With luck, these new ideas may also break the time barrier.
Sara Batalla nació en la ciudad de México en 1989, y sus primeras historias surgieron del insomnio que padecía. Después de estar cerca de la muerte y posteriormente ganar un concurso de novela, decide que quería dedicarse a escribir y vivir de ello.
Sara Batalla was born in Mexico City in 1989, and her first stories arose from the insomnia she suffered. After coming close to death and subsequently winning a novel contest, she decided that she wanted to dedicate herself to writing and make a living from it.
Este artículo es presentado por El Vuelo Informativo, una asociación entre Alcon Media, LLC y Tumbleweird, SPC.
This article is brought to you by El Vuelo Informativo, a partnership between Alcon Media, LLC and Tumbleweird, SPC.