La crisis de las personas sin hogar / The homeless crisis
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Salud mental, fallas sistémicas, y el llamado a la acción local
Mental health, systemic failures, and the call for local action
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El problema de las personas sin hogar y la salud mental ha sido un problema persistente en muchas sociedades, especialmente en los Estados Unidos. A pesar de ser una de las naciones más ricas del mundo, EE. UU. sigue lidiando con una población en crecimiento de personas que viven en la calle, muchas de las cuales sufren graves problemas de salud mental. Las causas de la falta de vivienda son complejas y multifacéticas, pero los factores clave que contribuyen incluyen la falta de servicios de salud mental adecuados, el acceso insuficiente a la atención pública de salud, la ausencia de opciones de vivienda estable y el fracaso del gobierno, tanto a nivel federal como estatal, para implementar cambios significativos y duraderos.
A medida que la crisis se profundiza, es imperativo reflexionar sobre cómo estas fallas sistémicas perpetúan la falta de vivienda y los problemas de salud mental, y explorar cómo la acción local, la participación ciudadana y los programas sociales estratégicos pueden ofrecer un camino hacia un cambio significativo.
Personas sin hogar y salud Mental: Un vínculo inseparable
Para gran parte de la población sin hogar, la enfermedad mental es un factor central que agrava su situación. Según la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales (NAMI, por sus siglas en inglés), aproximadamente el 20% de la población sin hogar en EE. UU. sufre de enfermedades mentales graves como esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión severa. Estas enfermedades a menudo dificultan que los individuos mantengan un empleo estable, vivienda y relaciones interpersonales.
A pesar del claro vínculo entre la salud mental y la falta de vivienda, el acceso a servicios integrales de salud mental sigue siendo terriblemente insuficiente. Las instalaciones de salud mental han estado cerrando desde la década de 1980, y el gobierno federal proporciona un financiamiento mínimo para la atención de salud mental. Muchas personas no tienen otra opción que vivir en la calle, donde enfrentan no solo los desafíos de sobrevivir, sino también el estigma asociado a sus condiciones.
Este abandono se agrava con la falta continua de programas estatales financiados que brinden apoyo a largo plazo para quienes tienen enfermedades mentales crónicas. Los refugios, que a menudo no están equipados para brindar la atención necesaria para personas con necesidades complejas de salud mental, terminan siendo la única opción para un alivio temporal, dejando a los individuos vulnerables sin el cuidado a largo plazo que necesitan desesperadamente.
El papel de la salud pública y el fracaso del gobierno
El papel de las instituciones de salud pública en abordar la falta de vivienda y las enfermedades mentales no puede subestimarse. Desafortunadamente, EE. UU. ha tenido durante mucho tiempo un sistema de salud pública fragmentado y subfinanciado que no logra satisfacer las necesidades de muchos de sus ciudadanos más vulnerables. El acceso a la atención médica depende en gran medida del empleo y la situación económica, lo que deja a aquellos que están desempleados o subempleados, muchos de los cuales son personas sin hogar, sin tratamiento médico asequible, incluidos los servicios esenciales de salud mental.
En países con sistemas de salud pública más robustos, como Canadá o ciertas partes de Europa, la falta de vivienda es significativamente menor y el acceso a los servicios de salud mental no depende de la situación económica. En estos países, la atención médica se considera un derecho universal en lugar de un privilegio, y las personas que luchan con problemas de salud mental y adicciones son tratadas dentro del sistema de salud en lugar de ser abandonadas en las calles.
En EE. UU., en cambio, el fracaso del gobierno para promulgar reformas de salud significativas ha dejado a millones sin la red de seguridad de una atención médica asequible. La Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA, por sus siglas en inglés), aunque fue un paso en la dirección correcta, aún deja importantes lagunas, especialmente para la población sin hogar. Además, los dos principales partidos políticos en EE. UU. no han abordado de manera efectiva el problema de la falta de vivienda y la salud mental. Mientras que los políticos hablan sobre el problema en términos generales durante los ciclos electorales, sus acciones, una vez en el cargo, rara vez se traducen en políticas concretas o financiamiento suficiente para abordar las causas fundamentales.
El sistema político de EE. UU., dominado por dos grandes partidos, los Demócratas y los Republicanos, ha fallado de manera consistente en ofrecer soluciones sustanciales a la crisis de las personas sin hogar y el cuidado de la salud mental. Ambos partidos, aunque reconocen el problema, tienden a enfocarse más en la retórica que en la acción. Los republicanos suelen enmarcar la falta de vivienda como un fracaso personal en lugar de sistémico, atribuyendo la situación a la pereza, la mala toma de decisiones o las deficiencias morales. Por otro lado, los demócratas, aunque más compasivos hacia la situación de las personas sin hogar, a menudo promueven soluciones temporales en lugar de cambios a largo plazo.
La hipocresía del sistema político actual radica en que la falta de vivienda se utiliza con frecuencia como un punto de discusión durante las campañas, pero rara vez se aborda de manera significativa una vez que los políticos están en el cargo. Ninguno de los dos partidos ha abordado de manera efectiva las causas fundamentales, como la salud mental, la adicción y la falta de vivienda asequible, que siguen empujando a las personas a vivir en la calle.
El abuso de drogas y su impacto
La adicción a las drogas juega un papel significativo en el ciclo de la falta de vivienda, con estudios que muestran que alrededor del 38% de las personas sin hogar luchan con la dependencia del alcohol, y alrededor del 26% tienen problemas de adicción a las drogas. Si bien el abuso de sustancias a menudo se ve como una elección personal, la realidad es mucho más compleja. La adicción a las drogas a menudo surge de problemas de salud mental no tratados, dificultades económicas y la falta de acceso a servicios de rehabilitación.
Desafortunadamente, muchas políticas gubernamentales se centran más en criminalizar la adicción a las drogas que en tratarla como un problema de salud pública. La “guerra contra las drogas” ha impactado desproporcionadamente a las comunidades de bajos ingresos y marginadas, contribuyendo al encarcelamiento de personas que, si hubieran recibido el apoyo adecuado de salud mental y tratamiento de adicciones, tal vez nunca habrían caído en la falta de vivienda. Un enfoque más compasivo y efectivo implicaría aumentar el acceso a programas de rehabilitación, sitios de inyección seguros y estrategias de reducción de daños, soluciones que han demostrado ser exitosas en países como Portugal, donde la despenalización de las drogas ha llevado a una disminución drástica de las muertes relacionadas con drogas y ha mejorado los resultados de salud pública.
Lecciones de otros países: Programas sociales que funcionan
Mientras EE. UU. sigue luchando con la crisis de las personas sin hogar, otros países han logrado reducirla mediante programas sociales dirigidos. Finlandia, por ejemplo, ha adoptado un enfoque de “Housing First” (vivienda primero), que prioriza proporcionar viviendas permanentes a las personas sin hogar sin condiciones previas. Una vez que tienen un hogar, las personas pueden recibir los servicios de apoyo que necesitan, como tratamiento de salud mental, asesoramiento para la adicción y formación laboral. Este programa ha reducido drásticamente el número de personas sin hogar en Finlandia, demostrando que la vivienda estable es la base para abordar otros problemas como la salud mental y el abuso de sustancias.
De manera similar, países como los Países Bajos y Canadá han implementado redes de seguridad social integrales que brindan no sólo vivienda, sino también acceso a atención médica gratuita, servicios de salud mental y programas de formación laboral. Estos países reconocen que la falta de vivienda no es solo un problema individual, sino un problema social, y que abordarlo requiere un enfoque holístico que incluya apoyo económico, social y de salud mental.
La importancia de la acción local
Mientras que los gobiernos federal y estatal han fracasado en gran medida en abordar la crisis de las personas sin hogar, los gobiernos locales tienen una oportunidad única para implementar cambios significativos. Las ciudades y municipios a menudo están más conectados con las necesidades de sus residentes y pueden adaptar soluciones a sus comunidades específicas. Por ejemplo, ciudades como Salt Lake City, Utah, y Austin, Texas, han logrado avances en la reducción de la falta de vivienda mediante iniciativas locales que proporcionan vivienda, servicios de salud mental y formación laboral.
Sin embargo, para que estos programas locales tengan éxito, los ciudadanos deben participar activamente en responsabilizar a sus gobiernos locales. Los movimientos de base y las campañas civiles pueden desempeñar un papel crucial al presionar a los funcionarios locales para que inviertan en soluciones a largo plazo, como vivienda asequible, servicios de salud mental y programas de tratamiento de adicciones. Estas iniciativas también pueden promover la importancia de los programas de arte y deportes, que sirven como medidas preventivas al ofrecer a los jóvenes en situación de riesgo salidas positivas para su energía y creatividad, desviándolos potencialmente del crimen, las drogas y los problemas de salud mental.
Invertir en arte y deportes para la prevención
El arte y los deportes a menudo se pasan por alto como herramientas para prevenir la falta de vivienda y los problemas de salud mental, sin embargo, pueden desempeñar un papel vital en el fomento del sentido de comunidad, la autoexpresión y el propósito. Los programas de arte, ya sea en escuelas o centros comunitarios, brindan a las personas una forma de procesar emociones, conectarse con otros y desarrollar habilidades que pueden aplicarse en otras áreas de la vida. De manera similar, los programas deportivos ofrecen a los jóvenes un entorno estructurado donde pueden aprender disciplina, trabajo en equipo y perseverancia, cualidades que pueden ayudarlos a enfrentar los desafíos de la vida de manera más efectiva.
Las ciudades que invierten en programas de arte y deportes para jóvenes en situación de riesgo a menudo ven una disminución en los índices de delincuencia y consumo de drogas. Por ejemplo, la ciudad de Glasgow, Escocia, que una vez estuvo plagada de altos niveles de delincuencia juvenil, implementó con éxito iniciativas de arte y deportes que desde entonces han contribuido a una reducción significativa en los índices de criminalidad y una mejora en la salud mental juvenil.
La crisis de las personas sin hogar y la salud mental en EE. UU. no es insuperable, pero requiere un cambio tanto en las políticas como en la percepción pública. Las soluciones no radican en criminalizar la falta de vivienda o estigmatizar a quienes luchan con la adicción y las enfermedades mentales, sino en abordar las causas fundamentales: la falta de vivienda asequible, la atención insuficiente de salud mental y el apoyo social inadecuado.
Los gobiernos locales tienen el poder de liderar el camino invirtiendo en soluciones sostenibles a largo plazo e involucrando a los ciudadanos para crear programas que aborden las necesidades de los más vulnerables. A su vez, el público debe volverse más activo en la defensa de estos cambios, entendiendo que el bienestar de los miembros más marginados de la sociedad refleja, en última instancia, la salud de la comunidad en su conjunto.
Solo a través de la acción colectiva, tanto del gobierno como de los ciudadanos, se puede lograr un cambio significativo y duradero.
English translation:
The issue of homelessness and mental health has long been a persistent problem in many societies, particularly in the United States. Despite being one of the wealthiest nations in the world, the U.S. continues to grapple with a growing population of individuals experiencing homelessness, many of whom suffer from severe mental health issues. The root causes of homelessness are complex and multifaceted, but key contributing factors include a lack of adequate mental health services, insufficient public healthcare access, the absence of stable housing options, and the failure of the government — both federal and state — to implement meaningful, lasting changes.
As the crisis deepens, it is imperative to reflect on how these systemic failures perpetuate homelessness and mental health struggles, and to explore how local action, citizen involvement, and strategic social programs can offer a pathway toward meaningful change.
Homelessness and mental health: An inseparable link
For a large portion of the homeless population, mental illness is a central factor that exacerbates their situation. According to the National Alliance on Mental Illness (NAMI), approximately 20% of the homeless population in the U.S. suffers from severe mental health conditions such as schizophrenia, bipolar disorder, and severe depression. These illnesses often hinder individuals’ abilities to maintain stable employment, housing, and interpersonal relationships.
Despite the clear link between mental health and homelessness, access to comprehensive mental health services remains woefully inadequate. Mental health facilities have been closing since the 1980s, with the federal government providing minimal funding for mental health care. Many individuals are left with no choice but to live on the streets, where they face not only the challenges of surviving but also the stigma attached to their conditions.
This abandonment is compounded by the ongoing lack of state-funded programs aimed at providing long-term support for those with chronic mental illnesses. Shelters, which are often ill-equipped to provide the necessary care for individuals with complex mental health needs, end up being the only option for temporary relief, leaving vulnerable individuals without the long-term care they desperately need.
The role of public health and government failure
The role of public health institutions in addressing homelessness and mental illness cannot be overstated. Unfortunately, the U.S. has long had a fractured and underfunded public health system that fails to meet the needs of many of its most vulnerable citizens. Access to healthcare is heavily dependent on employment and economic status, leaving those who are unemployed or underemployed — many of whom are homeless — without affordable medical treatment, including essential mental health services.
In countries with more robust public healthcare systems, like Canada or certain parts of Europe, homelessness is significantly lower, and access to mental health services is not contingent upon economic standing. In these countries, healthcare is seen as a universal right rather than a privilege, and individuals struggling with mental health and addiction are treated within the healthcare system rather than abandoned on the streets.
In the U.S, on the other hand, the government’s failure to enact meaningful health reforms has left millions without the safety net of affordable healthcare. The Affordable Care Act (ACA), though a step in the right direction, still leaves significant gaps, especially for the homeless population. Moreover, both major political parties in the U.S. have failed to address homelessness and mental health in any meaningful way. While politicians speak about the issue in broad terms during election cycles, their actions — once in office — rarely translate into concrete policies or sufficient funding to address the root causes.
The U.S. political system, dominated by two major parties — the Democrats and the Republicans — has consistently failed to deliver substantial solutions to homelessness and mental health care. Both parties, while recognizing the issue, tend to focus more on rhetoric than action. Republicans often frame homelessness as a personal failing rather than a systemic one, attributing the situation to laziness, poor decision-making, or moral shortcomings. On the other hand, Democrats, while more sympathetic to the plight of the homeless, often promote temporary fixes rather than long-term solutions.
The hypocrisy of the current political system lies in the fact that homelessness is frequently used as a talking point during campaigns but rarely addressed in any substantive way once politicians are in office. Neither party has effectively tackled the root causes — such as mental health, addiction, and a lack of affordable housing — that continue to drive people into homelessness.
Drug abuse and its impact
Drug addiction plays a significant role in the cycle of homelessness, with studies showing that around 38% of homeless people struggle with alcohol dependency, and about 26% have drug addiction issues. While the misuse of substances is often seen as a personal choice, the reality is far more complex. Drug abuse often stems from untreated mental health conditions, economic hardship, and a lack of access to rehabilitation services.
Unfortunately, many government policies focus more on criminalizing drug addiction rather than treating it as a public health issue. The ‘war on drugs’ has disproportionately impacted low-income and marginalized communities, contributing to the incarceration of individuals who, had they received proper mental health and addiction support, may never have fallen into homelessness in the first place. A more compassionate and effective approach would involve increasing access to rehabilitation programs, safe injection sites, and harm reduction strategies — solutions that have proven successful in countries like Portugal, where drug decriminalization has led to a sharp decline in drug-related deaths and improved public health outcomes.
Lessons from other countries: Social programs that work
While the U.S. continues to struggle with its homelessness crisis, other countries have successfully reduced homelessness through targeted social programs. Finland, for example, has adopted a ‘Housing First’ approach, which prioritizes providing permanent housing to homeless individuals without preconditions. Once housed, individuals can then receive the support services they need, such as mental health treatment, addiction counseling, and job training. This program has dramatically reduced the number of homeless individuals in Finland, proving that stable housing is the foundation for addressing other issues like mental health and substance abuse.
Similarly, countries like the Netherlands and Canada have implemented comprehensive social safety nets that provide not only housing but also access to free healthcare, mental health services, and job training programs. These countries recognize that homelessness is not just an individual problem but a societal one, and that addressing it requires a holistic approach that includes economic, social, and mental health support.
While federal and state governments have largely failed to address the homelessness crisis, local governments have a unique opportunity to implement meaningful change. Cities and municipalities are often more connected to the needs of their residents and can tailor solutions to their specific communities. For example, cities like Salt Lake City, Utah and Austin, Texas have made strides in reducing homelessness through local initiatives that provide housing, mental health services, and job training.
However, for these local programs to succeed, citizens must be actively involved in holding their local governments accountable. Grassroots movements and civil campaigns can play a crucial role in pressuring local officials to invest in long-term solutions, such as affordable housing, mental health services, and addiction treatment programs. These initiatives can also promote the importance of arts and sports programs, which serve as preventative measures by offering at-risk youth positive outlets for their energy and creativity, potentially steering them away from crime, drugs, and mental health struggles.
Investing in arts and sports for prevention
Art and sports are often overlooked as tools for preventing homelessness and mental health issues, yet they can play a vital role in fostering a sense of community, self-expression, and purpose. Arts programs, whether in schools or community centers, provide individuals with an outlet to process emotions, connect with others, and develop skills that can be applied in other areas of life. Similarly, sports programs offer young people a structured environment where they can learn discipline, teamwork, and perseverance — qualities that can help them navigate life’s challenges more effectively.
Cities that invest in arts and sports programs for at-risk youth often see a decrease in crime and drug use. For example, the city of Glasgow, Scotland, once plagued by high levels of youth crime, successfully implemented arts and sports initiatives that have since contributed to a significant reduction in crime rates and an improvement in youth mental health.
The crisis of homelessness and mental health in the U.S. is not insurmountable, but it requires a shift in both policy and public perception. The solutions lie not in criminalizing homelessness or stigmatizing those who struggle with addiction and mental illness, but in addressing the root causes: lack of affordable housing, inadequate mental health care, and insufficient social support.
Local governments have the power to lead the way by investing in long-term, sustainable solutions and by engaging with citizens to create programs that address the needs of the most vulnerable. The public, in turn, must become more active in advocating for these changes, understanding that the wellbeing of the most marginalized members of society ultimately reflects the health of the community as a whole.
It is only through collective action — both from the government and the citizens — that meaningful, lasting change can happen.
Alejandro es comunicólogo y se encuentra investigando la importancia del desarrollo comunitario en distintas partes de la costa oeste, para mas informacion o si te gustaría compartir con él una historia importante puedes hacerlo a elvueloinformativo@gmail.com.
Alejandro is a communications specialist researching the importance of community development in various parts of the West Coast. For more information or if you would like to share an important story with him, you can reach him at elvueloinformativo@gmail.com.
Este artículo es presentado por El Vuelo Informativo, una asociación entre Alcon Media, LLC y Tumbleweird, SPC.
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